23 - Anya Holloway

1.5K 170 0
                                    

Abro la puerta empujando el pomo con las fuerzas que me quedan y salgo al exterior, a unas escaleras traseras que conectan todas las plantas del edificio por si ocurre alguna desgracia que nos obligue a abandonar el instituto de forma urgente. Estoy en una segunda planta, con vistas al campo de fútbol recién reformado donde juegan los de otro curso inferior. Suspiro con los labios temblorosos al apoyarme en el muro de piedra que cumple el papel de barandilla. Me decepciono cuando rompo a llorar porque no puedo seguir soportándolo.

Me odio.

Me odio por llorar por Asher. Por no llorar por Vero.

Me odio por llorar tanto, en general, por todo.

Me odio por ser tan débil. Por enamorarme de personas que nunca me corresponden, que hacen añicos mis esperanzas, que me recuerdan que nunca soy suficiente.

La puerta se abre tras de mí, no me giro porque sé que es ella. Habría preferido derrumbarme sola para no arrastrarla a otra de mis crisis emocionales, pero sus brazos también me sirven. Me consuela abrazándome en silencio y acariciándome la melena cobriza mientras contemplo, lo poco que puedo por las lágrimas que me empañan la vista, cómo los de abajo corren de un lado a otro persiguiendo una pelota y el profesor utiliza el silbato para regañar a un chico que le ha pegado una patada a su compañero. Más allá de las vallas, un conjunto de edificios altos encierra el instituto haciéndolo parecer un lugar pequeño y claustrofóbico. No hay horizonte, no hay escapatoria.

Me restriego los ojos y respiro hondo. La voz se me quiebra varias veces cuando le cuento a mi mejor amiga lo que ha pasado y lo que pasa por mi mente. Las suposiciones, imaginaciones, el comportamiento de Asher y todo lo que se me ocurre escupir por la boca para desahogarme. Lo patética que me siento por esperar a que me invitase al baile de graduación de hoy. Mis miedos, mi terrible miedo a sentirme rechazada, sobre todo, por la persona de la que llevo enamorada tanto tiempo. Aunque ella ya lo sepa porque me conoce mejor que nadie. Me libera de su abrazo y tira de mí para que me dé la vuelta. Entonces, me contempla con el ceño fruncido y una sonrisa que sería más típica en una madre que en una mejor amiga.

—Mírate —me dice pellizcándome el moflete—, tan dulce y tarada.

—Cualquier diría que me he obsesionado con un solo beso.

—Estás enamorada, querida.

—Aun así...

—Encima, el capullo de Asher te ha besado —me interrumpe—, y ahora parece que huye de la responsabilidad afectiva que le corresponde. Eso es lo que pasa.

Sonrío por las palabras que utiliza para explicar la situación a mi favor.

—Aun así, sé que estoy tomándome las cosas muy a pecho.

—Así eres tú, amiga —se ríe agitando las manos en el aire.

—Soy demasiado intensa, ¿verdad?

—Lo eres, Anya. Pero serlo no es un delito, no te eches todas las culpas, porque ese capullo está siendo lo opuesto a ti. No llego a entender si se arrepiente del beso o si es un insensible de mierda. Y voy a callarme porque se me ocurren muchos insultos para ese tal Asher Harper.

Subo los codos al muro de piedra y apoyo la espalda en él. Me froto las mejillas húmedas, respiro en calma. Saber que Vero tampoco entiende qué está ocurriendo o qué pasa por la mente de Asher me tranquiliza, porque estaba empezando a creer que yo era la única loca en la situación.

—¿Por qué no le plantas cara? —me sugiere—. Lo arrastras a estas escaleras, por ejemplo, y le dices las cosas claras.

Podría hacerlo, pero tengo miedo de precipitarme y tirar por la borda lo que he conseguido hasta ahora. Que me vea, que me bese, que pronuncie mi nombre después de ser invisible todos estos meses... para mí es un logro. Quizás él solo necesite tiempo para pensar y deje de evitarme en unos días. Quizá solo está confuso. O quizá lo estoy excusando de nuevo porque quiero aferrarme a la mínima esperanza que existe.

©Si nos volvemos a ver (SINOSVOL) (COMPLETA)Where stories live. Discover now