46 - Anya Holloway

1.4K 149 2
                                    

Me limpio con el dorso de las manos las legañas al despertar en la habitación de invitados que los padres de Vero prepararon cuando llegamos de madrugada con ella anclada a mi hombro. Los pensamientos y los recuerdos se me entremezclan con el dolor que la resaca me ha incrustado en las sienes. No bebí demasiado, pero supongo que yo también necesito reposo después de haberme abalanzado como un tigre sobre una presa con uñas largas. Me acaricio los brazos y el cuello, donde hoy me duele por los arañazos de aquella arpía, y desvío la atención, todavía adormilada, a la camisa de Kai colgada en una percha detrás de la puerta. A pesar de que tengo puesto un pijama de rayas de Vero, huelo a él.

Por la ventana que da al jardín de la casa entran varios rayos de sol que calientan la habitación. Me siento en el borde la cama, pego los pies al suelo de gres y el frío me ayuda a espabilar, aunque debo de seguir bastante dormida porque me sorprendo avanzando hacia la camisa para olerla.

Su perfume masculino combina a la perfección con la pizca de olor a tabaco y sudor. Pienso en cómo me tocaba, cómo me besaba. Quiero repetirlo, tengo tantas ganas de sentir sus manos que de forma inconsciente acabo bajando la mía por dentro de la ropa interior pensando en los gemidos excitados que se le escapaban en mi oído. Qué demonios estás haciendo, Anya. Me aparto rápido, avergonzada de mí misma, y salgo de la habitación precipitada hasta el cuarto de baño, donde me lavo la cara varias veces antes de mirarme al espejo.

De nuevo, el reflejo imperfecto, las pecas esparcidas y mis ojos color miel me contemplan al otro lado del cristal mientras me paso los dedos por la melena para deshacerme de los enredos. Menos mal que no me maquillé demasiado, podría haberme levantado con la cara llena de manchurrones negros como el día que Kai... Sacudo la cabeza. ¿Qué diablos me pasa?

—¿Cómo está la princesa gruñona? —pregunto al entrar en el dormitorio de Vero y verla apoyada en el cabecero de la cama contemplando el jardín a través de la ventana.

—¿Y la peleona? —se burla con una sonrisa.

Tiene una habitación enorme comparada con la mía, con dos armarios empotrados, un tocador repleto de brochas y maquillaje que no utiliza, una cama de matrimonio y un escritorio sobre el que descansa una pila de libros con post-its. Me hago hueco a su lado subiendo las piernas con cuidado de no rozarle el pie vendado y recuesto la cabeza en su hombro.

—Lo siento, quería protegerte y...

—¡Y terminé con siete puntos en el tobillo! —exclama antes de echarse a reír y cogerme una mano entre las suyas.

—Increíble.

—¿El qué?

—El buen humor que tienes —apunto y me río antes de decir—: Con lo bruja que eres siempre.

Vero hace el intento de hacerme cosquillas en el costado. Sin embargo, desiste cuando el reposo de su herida empieza a correr peligro y vuelve a posar la vista en la ventana haciéndome circulitos alrededor de los arañazos del brazo. Suspira lento, como si se creyese que así puede engañarme, que no voy a sospechar que está pensando en lo de anoche. La herida después de todo no era tan grave y se curará, pero lo suyo con Jeff...

—Annalysse —me llama y me sobresalto como una idiota.

—El horror representado en nueve letras. —Resoplo. Veo a Berta, su madre, tumbada en una silla de plástico reclinable junto a la piscina—. Dime, Verona.

—¿Qué debería hacer?

—Patearle el culo.

Ella ríe echando aire por la nariz. Sé que es la peor opción, por eso agrego:

—Puedes cambiar de perspectiva.

—Las relaciones abiertas no son lo mío.

—¡Idiota! —exclamo entre risas y entrelazo mis dedos con los de ella—. Sé que no es fácil y que debes de tener ganas de patearle el culo, pero creo que deberías de hablarlo con él e intentar solucionarlo de alguna manera.

©Si nos volvemos a ver (SINOSVOL) (COMPLETA)حيث تعيش القصص. اكتشف الآن