Jimin es un omega mimado que siempre obtiene lo que quiere. Amante del rosa, las fresas y alardear de cada uno de los lujos que sus padres le ofrecen sin inhibiciones.
No obstante, llega un día en el que con su familia tiene que acudir a un sitio do...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
En medio de la oscuridad resaltaba el fuego brillante de una fogata que ardía con fuerza.
Ocho personas la rodeaban, tenían malvaviscos, mucha cerveza y una radio vieja que no dejaba de reproducir las canciones entrañables de Elvis Presley.
—Necesito una guitarra para que Yoongi nos deleite con su talento —comentó Hoseok mientras se empinaba la cerveza que tenía en la mano.
Todos los demás asintieron con solemnidad, y en ese momento Jimin aprovechó para mirar a su novio con sorpresa. Él no sabía que el alfa tocara la guitarra, y ese nuevo dato descubierto creó una necesidad absoluta de poder escucharlo.
—¿Sabes tocar guitarra? —preguntó el pelirosa con atención.
—Sí, mi padre me enseñó —respondió, dejando escapar una sonrisa al ver la ilusión pintada en su ojitos bonitos.
—Ese bastardo... —escupió NamJoon con el ceño fruncido—. Toca demasiado bien... no lo aprovecha, juro que no lo hace.
—Nam, estás ebrio —dijo SeokJin, haciendo reír a los demás.
—Ebrio, pero con buena memoria —aseguró el moreno mientras se tambaleaba en su lugar—. Esperen... tampoco tengo eso, no recuerdo cuando fue la última vez que este cabezotas tocó la guitarra.
—Fue cuando te pedí matrimonio, y tú muy amablemente me rechazaste —habló Yoongi con una mueca divertida.
—¡Ya recordé! —gritó Hoseok, tirando parte de su cerveza debido al movimiento repentino que hizo—. Esperen, lo olvidé, ¿de qué hablábamos?
—Ya los perdimos —se lamentó Momo, siendo apoyada por SeokJin, mientras que Jimin reía.
Todos, absolutamente todos se quedaron quietos y en silencio cuando escucharon los primeros sollozos de parte de Alessia. La beta tenía dos cervezas en la mano, la nariz roja y los ojos llenos de lágrimas.
—¿Y a ti que te pasa? —preguntó NamJoon con la lucha incesante de mantener los ojos abiertos.
—No quiero matar a la gallina —dijo ella, soltando más sollozos y empinándose más cerveza para ahogar el sentimiento de pena.
—¡No la vayas a matar! —chilló Hoseok, se arrastró sobre la arena hasta que estuvo frente a su amiga—. Mejor llévatela y hazla tu mascota.
—¿De qué gallina hablan? —preguntó Jimin, permitiendo que su novio lo sentara sobre su regazo.
—Cuando fuimos al pueblo, Alessia compró una gallina para preparar un caldo que ayudara con la resaca —informó Sergey. Él era el único que no había probado alcohol durante toda la noche.
—Absurdo, está más borracha que Nam y Hope juntos, ¿quién se supone que prepararía el caldo? —cuestionó Yoongi, dejándose abrazar por Jimin.
—El guapo —respondió la beta con un puchero, permitiendo que un lloroso Hoseok la consolara—. ¡No quiero que mate a la gallina! ¡Será nuestra primera hija adoptiva!
