Jimin es un omega mimado que siempre obtiene lo que quiere. Amante del rosa, las fresas y alardear de cada uno de los lujos que sus padres le ofrecen sin inhibiciones.
No obstante, llega un día en el que con su familia tiene que acudir a un sitio do...
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Jimin se animó mucho más cuando terminó de leer el mensaje de su amigo Taehyung, sus dedos fueron rápidos al teclear una respuesta afirmativa para luego concentrarse en los dos alfas que ya le veían con curiosidad.
—Debo irme —avisó el omega mientras tomaba su bolso.
SeungHoon hizo una mueca de pesadumbre. —¿Por qué tan pronto? Quería pasar más tiempo contigo.
—Oh... —el pequeño no sabía que más decir—. Es que Tae me escribió y no sabía que tenías más tiempo libre, abuelo.
—Déjalo ir, padre —intervino SeoJoon, y luego se concentró en su sobrino—. Ve con tus amigos, pero el fin de semana promete estar con nosotros, tenemos un regalo para ti.
—¿Quienes? —inquirió Jimin ladeando la cabeza.
—Chanyeol, tu abuelo y yo —respondió su tío.
—Está bien, acepto —asintió el pelirosa.
Se acercó hasta donde estaba su tío y le dio un fuerte abrazo que fue correspondido por el alfa, luego fue con su abuelo, haciendo una pequeña mueca al verlo con un puchero que pretendía chantajearlo.
—Ya prometí estar el fin de semana, no estés triste —le recordó el omega.
SeungHoon lo estrechó fuerte entre sus brazos, le llenó de mimos la cabellera rosa y finalmente dejó un beso cargado de amor en la frente del pequeño omega que amaba tanto.
—Ve con cuidado, te llamaré más tarde —dijo con una sonrisa pequeña al verlo a los ojos.
—¡Hasta pronto! —se despidió Jimin agitando la manita con energía.
Jimin comenzó a correr apenas se encontró fuera del radar de los alfas en demasía protectores. Taehyung le avisó que estaría en la habitación de Jungkook y esas eran buenas noticias, pues también podría visitar a su otro amigo.
Llegó en menos tiempo del esperado, la puerta estaba abierta, así que entró completamente agitado por la carrera que había tenido para llegar rápido.
Rió encantado cuando unos brazos fuertes lo abrazaron para luego levantarlo del suelo y hacerlo girar, los aromas conocidos llegaron hasta sus fosas nasales haciéndole sentir cómodo, al mismo tiempo que sus mejillas eran atacadas con besos rápidos y sus oídos escuchaban palabras bonitas que le hicieron sentir demasiado bien.
—Eres el omega más brillante, Park Jimin. Estoy muy feliz por ti, también orgulloso, muy orgulloso —culminó Taehyung, dejando a su amigo nuevamente con los pies sobre el suelo.
El pelirosa hizo un puchero, mientras sus ojos veían al alfa pelirrojo a punto de llorar. La felicidad lo ponía sensible, y saber que siempre contaría con personas excepcionales como sus amigos lo colocaba aún más sensible.
—No digas más que sabes como soy —dijo casi sonando lastimero.
Un carraspeo doble ganó la atención de ambos amigos.
