Jimin es un omega mimado que siempre obtiene lo que quiere. Amante del rosa, las fresas y alardear de cada uno de los lujos que sus padres le ofrecen sin inhibiciones.
No obstante, llega un día en el que con su familia tiene que acudir a un sitio do...
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El portón de entrada se abrió para darle paso al auto blanco que estaba ingresando a la mansión de los Park.
Se detuvo frente a la entrada, donde un grupo considerable de personas estaban formadas, usando sus respectivos uniformes de trabajo y con la mirada al frente.
Uno de los trabajadores se acercó hasta el auto, con sus manos pulcramente enguantadas abrió la puerta trasera del vehículo para recibir con sumo respeto a la señora de la casa.
—Bienvenida, señora Park —saludó con una reverencia.
Del auto salió una mujer vestida con un elegante traje blanco de dos piezas, el cabello largo lo llevaba sujeto en una cola baja, con maquillaje natural y altos tacones que hacían resonar cada uno de los pasos que daba en el pulcro mármol de la entrada.
Las puertas de la mansión fueron abiertas para ella, Lía ingresó en silencio, con sus ojos mirando en todas direcciones con discreción.
Sonrió tenuemente cuando se encontró con la nana de su hijo. Ha JiWon era una omega de su absoluta confianza y le tenía aprecio por tantos años de servicio incondicional.
—Lía —mencionó la castaña—. Espero que hayas tenido un buen viaje.
—Lo fue —respondió, mientras le entregaba su bolso a una de las omegas de servicio para que lo llevaran a su habitación—. ¿Dónde están mi esposo y mi hijo?
—El señor Park se encuentra en el centro médico y Jimin está estudiando en la biblioteca.
Lía caminó con seguridad, la espalda recta y la barbilla alzada. Para todos era conocido el temple intachable que la omega tenía, llena de clase y sofisticación, directora general de toda la línea de laboratorios que estaban bajo el grupo Park y poseedora de una extraordinaria belleza, con su piel delicada, ojos oscuros y cabellera larga y rubia.
Digna esposa del actual presidente del grupo Park y una madre que, aunque sabía que tenía muchas ausencias en la vida de su hijo, siempre procuraría en ofrecerle sólo lo mejor.
Ingresó a la biblioteca teniendo cuidado de no importunar. Descubrió a su hijo en la mesa central del gran salón, con muchos libros rodeándolo y una tablet donde hacía notas importantes.
—Cariño —llamó con tono suave.
La cabellera rosa se movió con mucha rapidez, Jimin la miró de inmediato, con una sonrisa preciosa comenzando a formarse en su rostro al ver a su madre.
—¡Mami! —chilló, apresurándose hacia la mujer que lo esperaba con los brazos abiertos.
Lía lo estrechó con fuerza, meciéndolo suavemente de un lado a otro mientras le acariciaba con cariño la suave cabellera. Sintió como su corazón se estrujaba un poco cuando escuchó los sollozos pequeños de su hijo, siendo consciente de que Jimin la necesitó y ella no estuvo para él.
