Jimin es un omega mimado que siempre obtiene lo que quiere. Amante del rosa, las fresas y alardear de cada uno de los lujos que sus padres le ofrecen sin inhibiciones.
No obstante, llega un día en el que con su familia tiene que acudir a un sitio do...
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Jimin se mordió el labio inferior para mitigar un poco toda la emoción que sentía. No conocía el club en el que se encontraba, era la primera vez que lo visitaba, pero debía admitir que le estaba gustando y mucho.
La música sonaba con fuerza en cada uno de los altoparlantes. Arctic Monkeys parecía ser el rey del lugar, pues desde que habían llegado su canciones no dejaron de escucharse.
El ambiente animado, las luces neón y la masa de personas bailando en la amplia pista de baile animaron al omega que estaba cerca de la entrada, mientras Yoongi lo sostenía de la cintura de forma posesiva en lo que pedía una mesa para ambos.
Una de las chicas encargadas del lugar fue la que los guió hasta la mesa que el alfa solicitó, estaba en el segundo piso con una excelente visión de la pista de baile.
Ambos se sentaron, en ese momento Jimin aprovechó de pedir bebidas y bocadillos para acompañar. En un principio Yoongi quiso objetar recordándole que él lo había invitado, pero el omega no estaba dispuesto a recibir un no por respuesta.
—Me compraste las fresas, también las entradas de este lugar y el alquiler de esta mesa, así que yo invito a las bebidas —dijo Jimin con seguridad.
—Hiciste galletas para mí —le recordó el alfa.
—Sí, con ingredientes que tú compraste —respondió Jimin y luego se concentró en la mujer que les atendía—. Traiga todo lo que le pedí y deje la cuenta abierta hasta el final.
Yoongi rió mientras negaba. —¿Te piensas emborrachar?
—Sí, ¿no puedo? —inquirió con reto.
—Claro que puedes, yo voy a cuidarte.
Se quedaron solos cuando la chica fue por las bebidas, durante ese pequeño lapso de tiempo se dedicaron a observarse con miradas cómplices, sonrisas coquetas y pensamientos un tanto impuros.
—Muero por saber lo que estás pensando —dijo Jimin, con sus piernas cruzadas ofreciendo una imagen sensual al alfa.
—Si te lo digo podrías huir de mí, y no es algo que quiera —respondió el mayor.
Jimin se inclinó un poco para ganar cercanía con su acompañante, sus ojos puestos en él y a la espera de escuchar todo lo que el alfa tenía para decirle.
—No soy de los que se escandalizan, alfa —le dijo al oído—. Dímelo.
La nariz de Yoongi se enterró en el cuello del pelirosa. Rozó cada porción de piel delicada, sintiéndola erizarse bajo su tacto, mientras sus labios jugueteaban con el lóbulo izquierdo del chico sexy que sabía cómo provocarlo de verdad.
Finalmente respondió, en un susurro ronco que caló directamente en Jimin:
—Estaba pensando en cómo te verías contra la pared, mordiendo tus labios rojos, mientras sientes como te hago mío —hizo una pausa sólo para morderle el lóbulo—. Pienso en perderme en cada rincón de tu cuerpo, marcarlo con mis manos y escuchar durante toda la noche esos gemidos agudos que seguramente tú boquita soltaría al sentirme tan profundo.
