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Capítulo 33: Sabe a galletas de animalitos.

A este punto del año, ya hasta soñaba con el Boba Tea. Estaba en todas partes, en Insta, TikTok, Facebook e incluso estaba en Pinterest.

¡Necesitaba probarlo!

Por lo que hace días estuve intentando convencer a Owen de que fuéramos. Creo que fue más difícil convencerlo que encontrar un Boba Tea Shop cerca de nosotros.

Pero lo logré.

Las decoraciones minimalistas en blanco y negro junto con las luces neón haciendo contraste y los espejos de peculiares formas llamaron toda mi atención en el momento que entramos.

Miré de reojo al rubio sostener la puerta para que otra pareja también entrara mientras inspeccionaba todo el lugar.

—A Chloe le encantará este lugar —murmuró entrelazando nuestras manos y dirigiéndonos a la barra.

If I Could Turn Back Time de Cher sonaba mientras nos sentábamos en uno sillones un poco alejados después de haber pedido lo que tomaríamos; había mucho movimiento a nuestro alrededor, aunque Owen pareciera que ni lo notaba, pues solo se dedicaba a tararear la canción de manera distraída.

—¿Está todo bien? —pregunté buscando su mirada.

El silencio me estaba matando.

—Sí.

—¿Seguro?

—Sí. Solo fue una discusión con Janik y Cody —se encogió de hombros desviando la mirada—. De hecho, me iré del apartamento por un tiempo.

—Oh...

Esperé paciente a que continuara y me dijera el motivo del porqué habían peleado, pero solo se removió en su asiento y se aclaró la garganta.

—Tus bebidas —interrumpió la barista.

Ambos agradecimos antes de que ella volviera a su lugar.

Seguí esperando a que continuara hablando, pero supuse que había terminado el tema cuando dirigió su mirada a su vaso con una mueca de desconfianza. Lo agitó ligeramente observando como las pequeñas bolitas de tapioca apenas y se movían.

—La boba parecen ojos de hámster.

Reí ligeramente dándole la razón. Sin perder la sonrisa encajé de manera firme el popote por el lado picudo con un sonoro ruido.

—Esta era la primera razón por lo que quería un Boba Tea —dije—, y fue asombroso. Tu turno.

Lo alenté con la mirada esperando a que hiciera ese pequeño movimiento.

—¡Vamos, Owen! —le acerqué el suyo—. Es muy terapéutico encajar ese popote.

Justamente cuando el sonido seco del popote siendo encajado se hizo presente me di cuenta lo mucho que le había gustado esa acción por la sonrisa que intentó ocultar con la palma de su mano.

—Muy aburrido —se encogió de hombros y una sonrisa reprimida—. ¿Feliz?

—Muchísimo.

Sin poder aguantar más la emoción, tomé el primer trago asegurándome de que la boba también deslizara por el popote, pero de inmediatamente hice una mueca de desagrado cuando le encontré sabor.

—Tienes razón. La boba sabe a ojos de hámster.

—¿Cuándo los has probado? —río el rubio tomando un sorbo del suyo—. No está mal.

Arrugué la nariz con disgusto y tomé otro trago confirmando que no me gustaba la boba, o tal vez sea el sabor del taro.

—Eso pasa cuando escoges algo solo porque su color se ve antojable —me regañó el rubio sumamente divertido.

Rodé los ojos y bajé la mirada a mi vaso, los colores morados y lilas se mezclaban de una forma hipnotizante, en el fondo se miraban las pequeñas bolitas negras de tapioca y en el centro del vaso estaba pegado el logo del lugar.

—¿Me das del tuyo? —desvíe ligeramente el tema.

Sí había elegido el Taro Milk Tea solo por sus colores, pero me negaba a admitírselo a Owen. Eso solo ocasionaría más burla por parte suya.

—El tuyo está más bueno —me quejé al sentir el sabor empalagoso del Brown Sugar Milk Tea—. ¿Cambiamos?

—No —negó divertido.

—¡Owen!

El río probando del mío y haciendo una mueca pensativa.

—No está tan malo. Sabe a galletas de animalitos.

Asentí dándole un último sorbo al Brown Sugar y devolviéndoselo.

—Está bien, Lor —suspiró de manera exagerada—. Cambiemos. Pero después de esto me tendrás que dejar ir, eh.

Negué mordiendo el interior de mi mejilla y recargué mi cabeza en su hombro sintiendo ligeramente el olor de su perfume.

Volví a acomodarme en mi lugar dispuesta a seguir bebiendo, pero ahora separando un poco el popote del final del vaso asegurándome de que no saliera ninguna boba y tomé un trago.

Así sabía mil veces mejor.

Desde nuestros lugares podíamos ver a las diferentes personas que entraban al lugar. Todos lucían como si fueran las personas más relajadas del mundo. Sin preocupaciones, en paz con sus mentes.

Y desde lo más fondo de mi corazón anhelé ser como ellos.

Y desde lo más fondo de mi corazón anhelé ser como ellos

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Si solo supiera. Eres adictivo.

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