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Capítulo 23 parte 2: ¿Lorelai?

La roca.

El lugar del que oyes hablar desde que naces hasta que mueres; el lugar al que siempre quise ser llevada; el lugar donde no puedes ir a menos que una persona que ya haya sido llevado por otra persona te lleve.

Una de las pocas tradiciones que aún conservan y sorprendentemente respetan.

—Vamos —me animó a salir de su auto.

Dejé mis tarjetas de lado y salí con toda la emoción del mundo. De reojo vi como el rubio sonreía y abría la cajuela de su auto.

—¿Qué buscas? —curioseé acercándome a él.

Se giró enseñándome una canasta de picnic, haciendo que mi emoción creciera aún más.

—¿Estás lista para el mejor día de tu vida?

—Te das mucho crédito, ¿no crees? —bromee caminando atrás de él.

Pero, así como apareció mi sonrisa, se fue.

Una cinta de advertencia policial y un letrero de "No entrar. Solo personal autorizado" se interpuso en nuestro camino.

—¡Oh! Está cerrado.

No pude evitar que la decepción se mostrara en mi voz.

Todo este tiempo de viaje, para nada.

—Mira más de cerca —demandó ocultando con la palma de su mano una sonrisa que se iba formando.

Curiosa me acerqué y me di cuenta que las letras blancas estaban hechas a mano. Lo más curioso es que yo conozco esa letra.

—¿Por qué parece la letra de Janik? —me giré hacía el rubio.

—Porque la letra de Cody es horrible y se iban a dar cuenta muy rápido.

—No entiendo —murmuré rascándome ligeramente la mandíbula.

¿Qué tienen que ver ellos con la clausura?...

—A los chicos y a mí se nos ocurrió cerrar La Roca —explicó con simpleza pasando por debajo de la cinta policial—. No te quedes ahí. ¡Vamos!

—Sabes que pudieron haber comprado uno, ¿no? —señalé el cartel.

—Le quitas lo divertido, Lorelai. Además de que teníamos mucho tiempo libre —dijo sin perder la sonrisa—. ¡Vamos, quiero que conozcas La Roca!

Lo miré.

Sabía que estaba alargando las cosas, pero han sido 19 años de ilusión.

¿Y si no es como la imaginé? ¿O resulta ser la cosa más aburrida del mundo?

—Te encantará —aseguró leyendo mi mente y estirando su mano hacia mí.

Al igual que él pasé por debajo de la cinta policial.

—¿No es un delito cerrar La Roca? —pregunté, ganándome una mirada y encogimiento de hombros.

—Averigüémoslos.

Sin más me dirigió por un sendero cuesta arriba, completamente rodeados por naturaleza.

[🌩🌩]

Conforme caminábamos, miraba a mi alrededor y de vez en cuando al suelo.

El camino rocoso sí que estaba resbaladizo.

¿Cuántas personas han caído por accidente?... o ¿por voluntad propia?

Cerré los ojos ahuyentado ese pensamiento.

TormentaWhere stories live. Discover now