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Capítulo 29: ¡11:11 pide un deseo!

El mismo mal presentimiento de ayer volvió en el momento que entré a la habitación y vi la silueta de La Roca por la ventana de Owen; luciendo tan alta y mortal, con un millón de momentos e historias vividas.

Todo resumido en una roca grabada.

Aparté la mirada con escalofríos incluidos y la posé en Owen tocando la batería vistiendo una musculosa, dejando a la vista sus brazos muy bien trabajados y unos cuantos mechones cayendo por su frente.

Prefiero mil veces esta vista.

El rubio me vio de vuelta sin parar de tocar y me sonrió, siendo correspondida casi de inmediato.

—¿Ya me extrañabas? —habló por sobre el ruido.

—Mucho —exageré acercándome a él para besarlo—. Cody, me abrió. Y también toqué tu puerta, pero supongo que no me oíste.

Sonrió asintiendo e hizo que me sentara en su regazo, antes de seguir tocando la batería. Al principio me mantuve quieta con la espalda erguida, pero conforme el tiempo pasaba me iba acomodando en el pecho del rubio, haciendo que me sintiera mucho más cómoda.

Escuchaba y miraba como tocaba con la baqueta donde relucía mi nombre de color rosa, sin hacer movimientos bruscos. Aunque algo más llamó mi atención: Gasas y vendas cubrían su brazo derecho.

«Eso no lo tenía ayer» pensé tomando su brazo y pasando mi índice por sobre ellas con cuidado de no lastimarlo.

—¿Qué te pasó?

—¿Por qué? ¿Quieres que te haga un tutorial? —dijo divertido desviando la mirada.

—¡Owen!

—Tranquila —rio como si hubiera dicho el mejor chiste del mundo—. Me quemé cocinando.

—Te quemaste el brazo, ¿cocinando? —pregunté incrédula.

—Qué raro, ¿cierto? —carraspeó y se acomodó conmigo aun en su regazo—. Ya deja el tema, Lor. Janik lo curó. Son las ventajas de tener un amigo que estudie medicina.

No podía dejar de ver su brazo e imaginar lo fea que ha de estar la quemadura, sin mencionar lo doloroso que debió de haber sido en el momento que el fuego tocara la piel.

Un miedo extraño se apoderó de mi cuerpo haciéndome estremecerme en mi lugar.

¿Desde cuándo le tengo tanto miedo de ser quemada?

Owen hizo que me pegara aún más a él distrayéndome de mis pensamientos.

—Estoy bien —susurró antes de besar mi cabeza—. Fue un accidente.

Sin más, ambos nos sumergimos en un silencio difícil de interpretar, a pesar de que él volvió a seguir tocando en su batería una canción que sentía conocer, pero no la reconocía con solo la parte de la batería.

Me acomodé mejor, descansando mi cabeza en su pecho sintiendo otro beso en esa parte haciéndome sonreír y disfrutar de nuestro momento juntos.

Volviendo mi vista en esa baqueta con mi nombre sintiéndome presente en todos los sentidos, fue cuando me di cuenta de algo muy sorpréndete:
Desde que empecé a salir de manera oficial con Owen, había dejado de crear escenarios ficticios en mi cabeza.

Y jamás me había sentido tan en paz con mi mente y realidad.

[🌩️🌩️]

El sol se ocultaba en el horizonte con lentitud, a mi impresión era como si el día no quisiera terminarse y darle paso a la luna.

Para mi extrañeza, yo tampoco quería que el día terminara.

TormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora