Epílogo

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Epílogo: Perdón por no haber venido antes.

Rory jamás tuvo el valor para preguntar cómo fue el funeral de Owen, al igual que nunca fue al cementerio a visitar su tumba.

Hasta el día de hoy.

El viento primaveral de abril acariciaba su rostro mientras caminaba a dirección contraria de este.
Con un solo objetivo en mente: despedirse.

Después de todo, el momento había llegado.

La castaña leía con rapidez los nombres de las lápidas por las que pasaba, el nudo en la garganta se hizo más asfixiante cuando encontró la que buscaba.

—Hola, Ow.

Se sentó en el césped sacando la vieja carta con su nombre escrito al reverso y el libro sin ser abierto desde que estaba en su posesión.

—Han pasado tres años de que ya no estas con nosotros..., conmigo —se aclaró la garganta tragándose el nudo—. Perdón por no haber venido antes. No podía.

Las lágrimas se acumularon haciendo que su corazón se sintiera más pesado. Pero no podía romperse, no ahora que había llegado tan lejos.

—Cody y Janik me dieron tu carta, hoy será la primera vez que la leeré, no tenía fuerzas para leerla en el momento en el que me la dio.

Una parte de ella se empezó a llenar de tranquilidad al repasar con su dedo el "Lorelai".

«¿Será posible que me esté oyendo y/o viendo?» pensaba la castaña.

—¿Sabes? Duele el no verte más, duele no escuchar tu voz diciendo algún comentario sarcástico o simplemente hablándome sobre tus aventuras con tus amigos, el no sentir tus brazos rodeándome protectoramente; me duele como no tienes idea.

Y se rompió.

A pesar de prometerse a ella misma que no lo haría, se rompió frente esa lápida.

—No te esperaba, pero aun así pasó lo que tenía que pasar. Te conocí. Y ahora te extraño como nunca...; Owen, desde el día que descubrí que habías sido una alucinación y que realmente habías muerto esa noche, la pregunta "¿Cómo te busco ahora?" no deja de rondar por mi cabeza.

Su tristeza se convirtió en rabia. Estaba enojada con ella misma por no poder dejarlo ir por completo. Estaba furiosa por recaer una vez. Por no haberlo ayudado lo suficiente como para que quisiera vivir.

Con ese enojo apartó el libro que estaba en su regazo de un manotazo y después esconder su rostro entre sus manos, dejando salir todo su sentir.

Limpió sus lágrimas después de un rato y notó que el libro estaba abierto boca abajo. Se apresuró a tomarlo con miedo a que se haya arruinado y por primera vez lo inspeccionó.

Rastros de tinta rosa traspasaba la hoja donde estaba la dedicatoria del autor, confundida y con los dedos temblorosos le dio la vuelta llevándose la sorpresa de que eran unas palabras escritas con la caligrafía del rubio, las cuales decían:

No dejes que un capítulo arruine tu historia.

Y por si no lo captaste, yo soy el capítulo.

¿Me acabo de comparar con unas hojas llenas de letras? Probablemente... Pero en serio, Lor. No tengas miedo de olvidarme. Sigue con tu vida y déjame ir.

Si es necesario olvidarme, olvídame, pero sigue adelante.
Con toda la decisión del mundo.
Owen.

TormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora