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Capítulo 32: Odio el bloqueo lector.

Desde mis inicios como lectora, los libros me han dado la sensación de pertenecer a un lugar. No importa si estoy leyendo sobre el cliché más trillado o el terror más traumático, siempre he encontrado la manera de sentirme cómoda; sentirme libre.

Tal vez por eso siento un vacío en el corazón al saber que tengo un bloqueo lector. No sabía que podía hacer para ahuyentarlo, es decir, bloqueos de escritor era algo constante en mi vida, pero ¿bloqueo lector? Jamás.

Noté que lo tenía hace unos días atrás cuando desperté y lo primero que miré fue el libro en mi mesa de noche, no lo había vuelto a retomar desde el día que habíamos ido al circo. Hace mucho de eso, considerando que hoy es 8 de octubre.

Que rápido pasa el tiempo.

No dude más y me levanté de mi cama con una sola cosa en la mente: terminar con mi bloqueo.

Miré de manera rápida los títulos de mi librero antes de alargar el brazo con dirección aleatoria.

Que el destino se encargue de escoger.

Toqué el lomo y sentí un cosquilleo en mi brazo extendido al mismo tiempo que mi vista se desenfocaba por unos largos segundos. Un escozor en la garganta me impidió tragar saliva y un pitido agudo se oyó por toda mi cabeza haciéndome perder la respiración.

«Genial. Tengo bloqueo lector y se me muere una neurona» pensé irritada regresando a mi cama sin ánimos de leer.

[🌩️🌩️]

Casi podía sentir como mis libros se burlaban de mi desde su esquina. Yo debería de estar describiendo nuevos mundos desde la comodidad de mis mini vacaciones improvisadas.

Las cuales también ya me tenían cansada; tenía la misma rutina desde hace días: despertar, ir con una psicóloga, regresar a casa, hablar con Owen sobre mis sesiones, comer, dormir.

Pensé que nunca lo diría, pero quisiera volver al estrés llamado "ir a la universidad". Para mi suerte(?, ya faltaba poco para regresar.

Resoplé con molestia, harta de todo lo que estaba sintiendo; ni siquiera sabía exactamente porque estaba en mi casa bajo el cuidado de mis padres.

«Tal vez piensa que si te deja sin supervisión también saltarás de La Roca» recordé las palabras del rubio.

¿Será por eso? No lo creo.

No me permití pensar más en el asunto, bajando casi al instante de oír el timbre de la puerta principal.

Por la mirilla alcancé a ver una melena rubia que distinguiría en cualquier lado. Me di una mirada rápida en el espejo del pasillo medio aprobando mi aspecto antes de abrir.

—Hola —dije con un mejor humor—. ¿Cómo llegaste? —me besó antes de entrar—. ¿Ya te dieron tu carro?

—Ojalá —rodó los ojos empezando a seguirme hacia mi habitación—. No puedo creerlo que a mis 20 años me hayan castigado.

—Les diste un muy buen motivo.

—Créeme —se relamió los labios—. Si hubiera sabido que seguiría vivo después de una gran caída desde un principio no hubiera ido.

Suspiré con el recuerdo aún presente de él cayendo desde La Roca.

Me senté en el escritorio viendo como se paseaba por todo el lugar mirando con determinación mis fotos enmarcadas.

TormentaWhere stories live. Discover now