Capítulo I

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Lisa Smith

Dejo caer las lágrimas por mis mejillas por quinta vez en el día. Me siento la persona más estúpida del mundo ahora mismo. Aquí, sentada en mi habitación con la luz apagada y las persianas bajadas, es cuando me cuestiono: <<¿Por qué tuvo que hacerme esto?¿Qué le hice yo?>>. Pensar en Ethan y en todas las barbaridades que me ha hecho pasar durante estos dos años de relación, me ha creado una gran cantidad de inseguridades.

Estoy hablando de mi exnovio. Empezamos a salir en primero de bachillerato y los primeros meses a su lado fueron espectaculares. Me consentía, me hacía detalles increíbles, me llevaba de compras, hacíamos rutinas de skin care... Básicamente, me trataba como una reina y acabé enamorada hasta las trancas. Pero, con el paso del tiempo, todo se volvió muy raro. Su comportamiento conmigo se volvió distinto. Quería controlarme el teléfono, mis horas de llegada y de salida, los sitios a los que iba, las personas con las que salía, criticaba todo lo que me gustaba... Incluso le parecía mal que quedara con mis amigas. Lo peor no era eso. Cuando se cabreaba, me insultaba y, a veces, llegaba a la mano, es decir, a pegarme. Lo soporté, como ingenua que soy durante todo este tiempo. Pensaba que, en el fondo, lo hacía porque le importaba y se preocupaba por mi seguridad. Hasta que hace una semana, el día de mi cumpleaños, lo pillé poniéndome los cuernos con mi mejor amiga Michelle. Eso fue la gota que colmó el vaso.
Lo bloqueé en todas mis redes sociales, pero mi cabeza solo era capaz de pensar que todo aquello había sido por mi culpa. Todo por lo que estábamos luchando y formando, se marchitó en cuestión de segundos.

Actualmente, estoy encerrada en mis pensamientos. No tengo ganas de hacer nada y llevo varios días alimentándome a base de líquidos y ganchitos. De repente, la puerta de mi habitación se abrió, dejando entrar a mi hermana mayor a toda prisa. 

—Se acabó el estar llorando por alguien que no te llega ni a la suela de los zapatos—dice mi hermana mientras abre las cortinas y sube la persiana. —Levanta ese culo de la cama y arréglate que te vas a venir conmigo y con papá a ver cómo entrena el equipo.

Casi se me olvida. Mi padre es el entrenador de uno de los equipos de fútbol más importantes de la región: Los Lioners. Se hacen llamar así, porque llevan un león en el escudo y son bastante buenos en defensa y cuando juegan en su territorio. Conozco a la gran mayoría de la plantilla, pero este año hubo nuevos fichajes. La verdad es que son todos increíbles.

—No tengo ganas de ir Rose, además de que no pinto nada allí—me quejo dándome media vuelta y tapándome con la manta hasta la cabeza. —Ve tú y das besos de mi parte por favor. Ahora, déjame estar sola.

Rose me quita de encima mi manta de Marvel dejándome solo con mi pijama de la Barbie y mis pintas de vagabunda. Es para verme, estoy hecha un cuadro. 

—Más quisieras tú—dice poniendo los brazos en forma de jarras y frunciendo el ceño.—Lili llevas cuatro días encerrada entre estas cuatro paredes. Ese pedazo de mierda no merece que estés así por él. Así que vas a vestirte como el pedazo de reina que eres y nos vamos a tomar algo mientras papá está con los chicos. Después ya estaremos con ellos, que me dijo Jack de estar todos juntos. (Jack es el novio de mi hermana).

Suspiro varias veces antes de ser consciente de que no me va a dejar tranquila y de que voy a tener que levantarme de alguna manera. En el fondo sé que me vendrá bien salir de casa y despejarme.

Antes de bajar hacia el salón, entro en el baño para darme una ducha de agua fría y así estar más despierta. No me gustaría parecer un zombie y que los chicos piensen algo raro. Decido ponerme algo de música, porque es algo que me levanta mucho el ánimo y es lo que necesito, animarme. Normalmente, suelo tardar entre veinte o treinta minutos, porque me doy yo sola unos conciertos en la ducha que flipo conmigo misma. Si fuera por mí, estaría todo ese tiempo, pero, incluso con la música a tope, escucho los gritos de mi hermana desde el piso de abajo metiéndome prisa.

Te necesito conmigoWhere stories live. Discover now