Bloody Golden Butterfly (JJBA Fanfic) (Giorno x Jolyne)

50. I will always love you

Jolyne arrugó la nariz como si oliese un cadáver en el aire fresco de la tarde. No, no era su pobre bisa abuela levantándose de la tumba. El cuerpo de Suzie Q. estaba de camino con Jotaro y Holly, en el barco que los traería de vuelta a Italia. Y tampoco era por los zombies o por F.F., que seguía tranquilamente en Roma. Este cadáver caminante estaba en Air Suplena, hablando y riendo, sin darse cuenta de que Jolyne lo estaba contemplando en todo momento como si fuese un hombre muerto.

De entre toda la gente que su padre podía haber enviado para protegerla mientras que seguía fuera, ¿por qué demonios había mandando a Koichi Hirose?

El hombrecillo había llegado casi al mismo tiempo que Jotaro se fue, dejando caer un jarro de agua fría sobre todos los planes de Jolyne con Giorno incrementando la frecuencia de las visitas por temas de seguridad. Un sólo vistazo al moralmente superior Koichi que estaba para hacer de espía que la había atormentado cuando era una niña y Jolyne tenía claro que cualquier cita en secreto que tratase de tener con su novio se acababa de poner en peligro. Y peor aun, fuera de los escasos momentos en los que Giorno y ella podían verse entre los ejercicios, Giorno se dedicaba mayormente a estar de charleta amigable con el enemigo, totalmente ciego a las miradas traicionadas que le dirigía. Incluso Shizuka, que había estado terriblemente callada en los últimos días, parecía tener una tímida sonrisa para Koichi cuando estaba cerca. Por alguna extraña razón a todo el mundo parecía caerle bien ese tipo. Jolyne no lo podía entender.

¿Qué era lo que le hacía tan especial? ¿Cómo iba a ser de cualquier ayuda en caso de que pasase algo malo? ¿Tirándoselo a los enemigos como una distracción para que a los demás les diese tiempo a salir corriendo? La confianza que su padre ponía en ese hombre le parecía de lo más exagerada.

Por lo menos aun había una persona que parecía preferir a Jolyne sobre Koichi. Puede que Lisa Lisa siguiese siendo igual de estricta con ella, casi ni le dejaba tiempo para descansar, pero Jolyne no dejaba de notar como el brillo de orgullo al mirarla iba creciendo. Esa misma mañana incluso le habló de terminar sus entrenamientos en el Tíbet cuando toda la situación se hubiese calmado.

Jolyne casi no pudo contener la emoción al escuchar eso. El Tíbet era un sueño a alcanzar para todos los discípulos en la isla. Aunque había escuchado que eran duros más allá de lo que pudiese imaginar, que hacían que el subir el Pilar Infernal pareciese un paseo por el parque. La mayoría de los que conseguían ir estaban a mediados de los 20 o incluso en sus 30.

-Igual que tú -le dijo Lisa Lisa- Joseph aprendió todo lo que podía aprender de mi en tan solo un par de meses. Después de vencer a los Hombres de Pilar y volver como un hombre casado con Suzie supe que no iba a continuar. Podría haber ido al Tíbet, pero ese vago que tuve por hijo me dijo que ya había entrenado más que suficiente para dos vidas.

Y es que el Tíbet era un sitio perfecto para entrenar, pero no para empezar una vida juntos, una vida tranquila. Si se hubiese decidido a entrenar allí seguramente Suzie Q. lo habría seguido como si estuviesen todavía en Air Suplena, creando todo un encantador barullo entre los monjes. Jolyne se habría reído, pero aun se le resultaba chocante que hablasen siempre de Suzie Q en pasado. Aunque hubiese estado separados en tiempos pasados y en los últimos años, la anciana pareja volvía a estar unida tras su muerte.

Sintiéndose más motivada, Jolyne trabajo más intensamente esa tarde, enfocándose tanto en la rutina de entrenamiento que incluso se saltó las paradas permitidas.

Después de un ejercicio particularmente intenso Jolyne terminó por arrastrar su cuerpo agotado fuera del campo de entrenamiento para ir al baño. Había varias cabinas a un lado de la pared, pero el sitio estaba totalmente vacío, era el baño más alejado del campo de entrenamiento, por lo que los demás no lo usaban mucho. Jolyne valoraba su privacidad demasiado tras la cárcel, por lo que se tomaba un tiempo extra para ir hasta el lugar y estar a solas.