Capítulo 29

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Gabriela trabaja muy concentrada en unos terrarios, con suma delicadeza. Y se sorprende al ver a la castaña frente a ella.

—Señora Gabriela.—Saluda Daniela amable.

—Hola, María José no esta.—Responde seria regresando la atención a sus plantas.

—¿No está o no quiere que me diga que está?

—Estaba muy molesta, así que fue a recorrer la ciudad en barco. No la espere.

—De hecho, estoy aquí por usted.

—¿Cómo la puedo ayudar?

—Es que...quiero enviarle flores a María José.

Gabriela sonrie enternecida antes de contestar.

—¿A nuestra casa?

—Sí.

—Qué lindo. ¿Cuál le gustaría?—Pregunta mirando a su alrededor.

—¿Qué le gustan?—Pregunta tímida.

—A Majo le gustan muchas flores, lo que importa es lo que a usted le gusta.

—Por ejemplo, estas se ven lindas.—Señala los terrarios.—No están mal. ¿No le parece? ¿Y si compro una rosa?

—A Majo le encantan los terrarios.

—¿De verdad? Bueno, está bien.—Replica con una sonrisa.

—Bueno, hay un problema, y es que yo no preparo flores para la familia.—Explica la mujer mayor.—Cuestión de principios.—Añade y Daniela comienza a negarse de inmediato.—Sí.

—No puedo...

—Exacto. Sí que puede. Solo dígame qué quiere y yo la ayudaré.—Ofrece Gabriela.—No se preocupe, vamos.

—Bueno.—Responde Daniela yendo con ella detrás del mesón.—¿Puedo elegir lo que quiera?

—Claro. El sentido de los terrarios es que las plantas aprendan a vivir juntas.—Explica mientras Daniela empieza a meter algunas plantas con ayuda de una pala pequeñita.—Así es. Se centran en sus puntos en común y no tanto en sus diferencias.

—¿Qué tienen en común?—Pregunta la castaña interesada.

—No sé. Por ejemplo...son felices con poco, respiran juntas, están juntas, una al lado de la otra.

—¿En serio?

—Sí, es difícil,  pero así son estas cosas.

—Interesante. ¿Puedo usar esto?—Pregunta señalando la figura de una pareja de dos chicas.

—Claro que sí. Este es su mundo, puede poner lo que quiera.

—Bueno.—Responde la castaña tomando un pequeño ramo de flores blancas para plantarlo en el terrario.

Gabriela observa con ternura y guarda silencio, mientras la castaña poco a poco escoge diferentes plantas y decoraciones para completar su terrario.

—Felicitaciones. Quedó hermoso.—Comenta la mujer mayor al ver el terrario terminado.

—Muchas gracias por su ayuda.

—No es nada. Yo no hice nada.—Replica Gabriela.—¿Pondrá una nota?

—¿Una nota?

—Sí, una nota.

—¿Una nota?—Vuelve a preguntar.

¿Será que es amor? - Caché Adaptación Where stories live. Discover now