Capítulo 76

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Rafa

Al día siguiente, la situación estaba bastante tensa. Sus padres tenían el día libre, así que lo pasaron con nosotros. No tuvimos tiempo de hablar a solas y, para ser sinceros, Dani tampoco me buscó para estarlo.

Traté de dejarle espacio, días atrás había funcionado y Dani había vuelto a mí por su propio pie. Quizás fuera hora de regresar a casa.

Durante todo el día traté de buscar un gesto, una mueca, algo que me diera una pista de lo que pasaba por su cabeza, pero no encontré nada, absolutamente nada. Cuando se cerraba de aquel modo, era mejor dejarla tranquila. A ella le quedaban como mínimo tres días más para volver a Barcelona y, aunque yo me había comprometido con Víctor para regresar con ella, no creí que fuera lo más conveniente viendo el desarrollo del día.

Me conecté a internet y compré el último billete que quedaba para el vuelo Gijón-Barcelona, que salía a las ocho de la mañana al día siguiente.

Durante la cena les anuncié que me marchaba. Vi su cara de consternación, pero se limitó a mantenerse al margen mientras sus abuelos insistían en que apurara algo más. Obviamente, me negué; ya tenía el pasaje comprado y era lo mejor para los dos. Incluso para Anxélica, que me miraba complacida.

En casa de los abuelos de Dani, Ñeves volvió a decirme que me tranquilizara, que le diera tiempo a su nieta, que todo se pondría en su lugar. Juro que rogaba porque así fuera, porque la mujer tuviera razón y la mala sensación que tenía en el cuerpo solo fuera cosa mía.

El día siguiente amaneció lluvioso, el cielo parecía haber cogido la misma sintonía que mi alma. Selmo, su mujer y yo nos dimos un atracón de lágrimas, besos y abrazos. Él me dijo que su casa estaba abierta, que siempre que quisiera podía regresar para verlos. Ñeves me acunó entre sus frágiles brazos como hubiera hecho mi madre, susurrándome que era como un nuevo nieto para ella, así que ahora llevaba un trocito de Cataluña en su corazón. No podía estar más emocionado ni dejar de llorar. Siempre había sido de lágrima fácil, no me avergonzaba de ello. Había cosas por las que sí sentía vergüenza ajena, los abusos, los malos tratos, pero jamás por mostrar mis sentimientos. Para mí llorar era aceptarlos, dejar ir el peso de las emociones que era incapaz de contener. Igual que las nubes no sostienen la lluvia, mis ojos no tenían por qué retener las lágrimas.

Llorar me liberaba, me dejaba seguir el camino con menos lastre sobre las espaldas, me vaciaba emocionalmente por completo para poder llenarme de nuevo. Nunca sabía qué iba a almacenar en mi mochila, todo tenía cabida: alegría, tristeza, dolor, rabia, amor, vivencias. Y un día, como cuando haces cambio de armario a final de temporada, tocaba hacer balance y desprenderte de las que ya no cabían o habían quedado obsoletas.

Llorar no es de hombres o mujeres, es de personas que se permiten continuar, que a veces dan un paso al lado y otras hacia atrás para coger impulso y seguir avanzando de frente. A veces más débiles, a veces más fuertes, pero siempre con ganas de ir a por más.

Me despedí de ellos con todo el dolor de mi corazón. Tanto Juan como Dani me esperaban abajo.

Aparecí en el portal con los ojos rojos y el cuerpo entumecido. No me negué cuando ella me ofreció un abrazo de consuelo a la par que Juan colocaba la maleta en el maletero.

Dani me ofreció su asiento y ocupó el de detrás. Me pasé el trayecto agradeciéndole a su padre la hospitalidad recibida y el cariño que me habían brindado todos.

En el aeropuerto solo Dani me acompañó a la terminal, creo que Juan quiso dejarnos solos.

Las palabras brillaban por su ausencia, yo no quería presionarla y creo que a ella no le salía nada coherente en aquel momento. No quería fastidiarla más, me sentía bastante frágil emocionalmente, habían sido demasiadas cosas en poco tiempo. Mi ruptura con Olivia, cuando Dani me pidió que termináramos de acostarnos, su matrimonio, mi nuevo acercamiento con ella, declararme y que saliera huyendo. Estaba colapsado y necesitaba recuperarme a mí mismo.

¡Sí, quiero! Pero contigo noDonde viven las historias. Descúbrelo ahora