El Llamado del Mensajero

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Evan y el Papa continuaban situados sobre la Plaza de San Pedro, mientras aquel demonio que portaba el nombre de: Bahamad, se enaltecía. De pronto, muchos difuntos comenzaron a rodearlos. Entre ellos, se hallaban novicias, sacerdotes y cardenales. Su pútrida apariencia, provocaba desconcierto en el Santo Pontífice.

—Esto no debe continuar —dijo Evan.

Continuará, hasta que el alma de todos los seres vivos sea consumida.

—Evan..., jamás olvides que solo tú tienes el don de terminar con esto, si lo que estoy por hacer no funciona —dijo el Papa.

Luego de estas palabras, corrió en dirección a Bahamad.

—¡DO SPIRITUM MEUM PRO MUNDO ET CUM DEO SEMPER MECUM! (Entrego mi espíritu por el mundo y con Dios siempre de mi lado).

Antes de llegar a él, su cuerpo comenzó a despedazarse y, rápidamente, los restos óseos cayeron al suelo.

—¡NOOO! —exclamó Evan.

Y así, llega un miembro nuevo a la fraternidad de los Pontífices.

—¡Eres un maldito! —exclamó Evan.

Bahamad comenzó a caminar hacia la Basílica. Mientras avanzaba, el suelo humeaba. Evan empezó a retroceder nuevamente.

Evan Houston. Aquellos que siguieron al mensajero, no son más que simples hombres. No provocaron un cambio en el mundo, solo lo esclavizaron con falsedades. Hoy, tomaré mi reino.

—¿La tierra es tu reino?

Tu Dios nos arrojó al sitio más recóndito de este plano. Nos condenó a una prisión eterna. Ahora, yo seré el único gobernante.

—¿Por qué hablas en plural?

La iglesia ha engañado al mundo mostrando un solo nombre: Lucifer. Pero en realidad somos 9, los que propiciamos la rebelión del Olimpo. Por eso fuimos desterrados a un infierno diferente.

Bahamad continuó caminando, hasta que finalmente pisó la Basílica. Luego, todas las estatuas en esta, empezaron a estallar; como si tenían potentes explosivos en su interior. Las pinturas comenzaron a cambiar; mostrando imágenes atroces de seres infernales.

—Amanda, ¡aléjate!

—Evan; no lo hagas. Si todo se termina hoy, entonces nos iremos juntos.

—Habla por ti sola, niña —dijo Victoria.

—¡ERES UNA MALDITA NARCISISTA!

Victoria la observó, mostrando facciones de ira.

Tienes una última oportunidad de elegirme, Evan. Amanda puede quedarse entre nosotros. Tú también eres un visionario.

—¡No vuelvas a decirme así! Harper es tu visionario.

Solo es un esbirro.

—Amanda; ¡haz lo que te digo!

Los dos miembros de la guardia suiza que custodiaban las puertas, huyeron para ocultarse de este demonio. Tiberio tomó a Amanda del brazo y la llevó con él a la fuerza hacia la compuerta secreta de la basílica. Victoria fue detrás de ellos.

—¡EVAN! —gritó ella, antes de entrar.

—Adiós de nuevo, Amanda —dijo Evan.

No eres un héroe, Evan. ¿Crees que puedes acabar con esto sacrificándote? Este es el fin de la humanidad. Es solo cuestión de tiempo para que el mundo sea consumido por todos los retornados.

El Efecto TriánguloWhere stories live. Discover now