Los Efectos de la Memoria

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Evan escuchaba música, con su cabeza apegada a la ventana trasera del vehículo. Solo pensaba en el escrito que, con su propia letra, relataba una historia escalofriante. Era inexplicable cómo ese recuerdo se esfumó de su memoria. Sin embargo, estaba seguro que la respuesta se hallaba en el consultorio del Doctor Connor. Tenía el presentimiento de que él había eliminado ese fatídico recuerdo. No sabía si agradecerle, o culparlo por la manipulación a su memoria. Ahora, descubrir el misterio de eso que denominó El Efecto Triángulo, era más importante que cualquier cosa. Tal vez, le daría los indicios de los traumas de su pasado.

Luego de un largo viaje, finalmente llegaron a la Universidad Concordia de Montreal. Se veía Majestuosa. Por todas las áreas del Campus se podían observar muchos carteles de bienvenida para los nuevos Estudiantes.

El Joven bajó del vehículo, mientras su padre sacaba el equipaje de la cajuela.

—Este es tu nuevo hogar, hijo —dijo Matthew, colocando las maletas a un lado de Evan.

—Será toda una aventura.

Elena se situó al frente de Evan y rápidamente sus ojos se inundaron con lágrimas.

—Siempre serás mi bebé, Evan.

Luego de estas palabras, lo abrazó como nunca antes lo había hecho.

—Los extrañaré mucho —dijo Evan.

Evan no soltó una sola lágrima. Tenía un montón de sentimientos encontrados. Su memoria lo llevó al pasado por un corto momento, y recordó que sus padres nunca estuvieron ahí para él. La muerte de su abuelo había marcado el final de la etapa de su niñez, y el comienzo de un infierno que no recordaba.

—Debo irme —dijo, tomando su equipaje—. Le agradezco a ambos por todo.

—Suerte, hijo —dijo Matthew.

Evan gestó una sutil sonrisa y se volteó. Luego de un suspiro caminó, observando los alrededores. Muchos lo miraban con recelo, y otros, con gestos de amabilidad.

...

El joven Huston comenzó a buscar los dormitorios, ante aquella algarabía que mantenían los demás estudiantes. De pronto, mientras observaba una hoja con los detalles de su habitación, un joven se situó frente a él.

—¡Tú debes ser Evan! ¿Estoy en lo cierto?

—Sí. ¿Cómo lo supiste?

—Porque estás tan perdido como yo. Pero por suerte, he encontrado nuestro dormitorio. ¡Seremos compañeros!

—Bien. ¿Puedo saber el nombre de mi compañero?

—Por supuesto. Soy un tonto. Mi nombre es Harper Graham.

Harper era un joven robusto, de cabello café y ojos verdes. Vestía una playera muy larga, pantalones de color azul y zapatos deportivos de tonalidad gris. Era un chico muy extrovertido.

—¿Eres familia de William Graham? —preguntó Evan.

—De hecho..., soy su hijo.

—¡Wow! Yo admiro mucho a tu padre. He leído todos sus libros. Es el mejor especialista en Psicología. Sus estudios sobre Identidades Antiguas y Paleografía son increíbles.

—Eso dicen... Vamos a llevar tus cosas al dormitorio. Te ayudo.

—Gracias.

Ambos se dirigieron al dormitorio; pero justo en la puerta se encontraba una jovencita. Ella era Charlotte Brown. Una chica de cabello rubio, ojos azules, y caucásica. Vestía una camiseta de color verde, pantalones cortos de jean y sandalias.

El Efecto TriánguloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora