Anhelo de Redención

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Anne llegó al lugar donde se hallaba recluido Evan. Este sitio era blindado y tenía una puerta de seguridad que sólo se abría con huellas dactilares. Luego de colocar su mano en el panel, ingresó. Segundos después, los dos oficiales que envió Collins, llegaron al área. Evan estaba en el interior de un recinto, cerrado con un cristal grueso que mostraba sus signos vitales en un costado. Este material era muy resistente y reemplazaba a los barrotes de las celdas ordinarias. No podía hablar con nadie del exterior, salvo que alguien solicitara activar los paneles de audio. En ese momento, solo Anne estaba autorizada para hacerlo.

—Hola, Evan.

Él se levantó de la cama y la miró.

—Pensé que ya no vendría. Me imaginé que solo llegaría alguien a trasladarme a un Centro Penitenciario.

—No es momento de hacer volar tu imaginación, Evan. Tengo noticias...

—Por favor comience con la mala.

—¿Cómo sabes que traigo noticias malas?

—Es algo común, tomando en consideración que hay un asesino en las calles.

—En este momento no es prudente comenzar con la mala... Te lo aseguro.

—Ya no importa...

—El Verdugo del Triángulo fue capturado.

—¿Quién?

—El asesino.

—Esa es una buena noticia para ustedes.

—Ciertamente así es. Estuve interrogándolo, y no quiere decir nada..., a menos que tú estés presente.

—¿Qué? ¿Es una broma?

—Me temo que no. Nunca fui buena en la faceta de comediante.

—¿Para qué quiere ese maldito asesino que yo esté presente en su interrogatorio?

—No lo sé. Debes preguntárselo tú.

—No voy a ir a ningún lado.

—No vine a pedirte autorización.

—Maldita sea... —dijo, sentándose sobre la cama.

—La mala noticia es... sobre Emma O 'Kelly.

Evan se levantó bruscamente.

—¿Qué ocurre con Emma?

—Evan...

—Por favor... no...

—La hemos hallado sin vida. Las condiciones no puedo revelártelas hasta que culmine la autopsia. Quiero que sepas que lo lamento. No sabes cuánto.

Evan se arrojó sobre el suelo.

—Emma... —dijo, sollozando—. YO TENGO LA CULPA. ELLA REGRESÓ POR MI CULPA.

—Evan; no cargues con más cruces. Ya tienes suficientes encima.

Él comenzó a darle golpes al suelo.

—¡MALDICIÓN! ¡MALDICIÓN! ¡EMMAAAAA!

—¡Necesito que abran la celda! —pidió Anne a los oficiales.

—No es seguro, Comisionada. No hasta colocarle el dispositivo y trasladarlo a...

—¡ES UNA ORDEN!

Ambos oficiales se miraron mutuamente y uno de ellos accedió, habilitando la celda. Anne entró, se arrodilló y colocó su mano sobre la espada de Evan.

—Necesitamos aclarar esto, Evan. Quiero confiar en ti y que se demuestre de una vez por todas que eres inocente.

—¿De qué me sirve? Cargaré con esta culpa eternamente. ¡TODO POR ESCRIBIR ESE MALDITO LIBRO! DEBÍ DEJAR ESO EN EL PASADO.

—Todos hemos perdido, Evan. Solo nos queda la redención. Él mató a mi esposo, y al frente de mi hijo. Es necesario saber qué quiere contigo. Tuve que ser fuerte para verlo al rostro.

—Solo me necesitas para sacarle la verdad, Bells —dijo, apartando a Anne, y levantándose—. No permitiré que me utilicen de nuevo. Ya lo hizo ese maldito en Canadá. Fue suficiente.

Anne se levantó y se aproximó a él.

No te estoy utilizando, Evan. Si logramos sacarle todo, tú serás absuelto de los cargos que se imputaron en tu contra. Eso no regresará a nuestros muertos, pero tendremos la esperanza de que haciendo lo correcto, lograremos perdonarnos a nosotros mismos.

—Los muertos... siempre están entre nosotros. Eso puedo asegurártelo.

—Entonces que se enteren, que de alguna u otra manera se hará justicia.

Evan se mantuvo pensando durante algunos segundos. Luego, extendió ambas manos.

—¿Qué espera?

—Colóquenle el mecanismo —dijo ella, sin apartar la mirada de él.

Uno de los oficiales ingresó y rodeó las manos de Evan con el mecanismo de acero.

—¿Qué se supone que es esto? —preguntó él, observando el mecanismo—. Cuando ingresé aquí, me colocaron un par de esposas.

—Entrarás a un lugar donde es necesario. Estarán separados por un cristal. Solo podrán verse a través de este. No habrá presencia policial durante ese momento, pero el mecanismo nos permitirá ver y escuchar todo.

—Cómo avanza la tecnología.

—Es hora de irnos.

...

Evan fue ingresado en el otro extremo de la Sala Blanca. Por orden de Anne, solo ellos dos estarían en ambos sitios de ese lugar, mientras ella, Collins y muchos oficiales, esperaban afuera.

—¿Sabes que lo que estás haciendo va en contra de las leyes? —expresó Collins.

—Collins; a veces es necesario quebrantar algunas para obtener resultados.

—Espero no sea contraproducente.

—Confiemos.

Evan se paró frente al cristal de color blanco. Luego, este cambió, permitiendo ver el otro lado. El Verdugo del Triángulo estaba sentado, con la cabeza agachada. Evan comenzó a mirarlo, con ira.

—¿Y bien? —preguntó Evan.

El Verdugo no hacía nada.

—¿Este sujeto puede escucharme?

—Puedo escucharte... —respondió el Verdugo.

—¡Vaya! Finalmente te atraparon, maldito psicópata.

—Los psicópatas no suelen actuar mostrando la verdad al mundo. Tú debes saberlo mejor que nadie.

—¿De cuál verdad hablas, malnacido? Por tu culpa estoy aquí. ¿Crees que eres una especie de visionario por provocar toda esta mierda?

—¿Mierda? No era eso hace años...

—¿A qué te refieres? ¡LEVANTA LA CABEZA DE UNA VEZ POR TODAS, HIJO DE PERRA! ¿QUÉ DEMONIOS QUIERES DE MÍ?

El Verdugo comenzó a levantar su cabeza lentamente. Así, Evan pudo contemplar completamente su rostro.

—Hola, Evan.

Los ojos de Evan comenzaron a humedecerse, y lentamente se aproximó al cristal. Estaba sorprendido y, por primera vez en mucho tiempo, sentía verdadero temor.

—Esto... no es posible. ¿Harper?

El Efecto TriánguloWhere stories live. Discover now