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—Como estrellas... O no... —Dejé de mover el bolígrafo.

—La cebolla.

—Enseguida —Hice un par de circulos en el boceto—Quizás si le agrego esto... O mejor...

—Dame la cebolla...

Choque la punta con la hoja al menos unas tres veces, el sonido de aceite hirviendo me llamo la atención y una sacudida del chef me trajo a la realidad.

—¡La cebolla! ¡El aceite se esta quemando! ¡Ya suelta ese lápiz!

—¡Lo siento!

Solté el lápiz y corrí con una tabla abarrotada en ajo y cebolla picada. Él me la quitó de las manos un momento antes de que casi cayera todo al suelo y con el cuchillo y parte de su talento en la cocina lo tiró todo de una vez a la sartén sin dejar caer un sólo trozo afuera.

—¡Te he dicho millones de veces que hagas tus dibujos en tu tiempo libre! ¡Se supone que me ayudes en la cocina!

—Lo sé-

—¡Se que lo sabes! ¡No deberías repetirlo!

—Lo lamento. No se repetirá.

Bajé la mirada y suspiró relajando su expresión.

—No te disculpes de esa forma niña, me haces sentir mal.

Mire hacia arriba lentamente esbozando una sonrisa. Esa expresión de irritabilidad volvió.

—¡Lo hiciste a proposito!

—No—Reí suavemente—En serio no se repetirá...

No en su presencia, con ello había una diferencia.

Aunque tampoco estaba tan segura realmente, después de todo era mi forma mas fácil de expresarme y desestresarme y supongo que me era más fácil disfrutar del dibujo que de otras cosas, se sentía como una sutil metáfora.

Una metáfora de mi vida.

De mis penas, mis gustos.

De mis sentimientos.

—¿Qué estabas dibujando?

El chef me miró curioso y escondí rápidamente la libreta contra mi pecho.

—Nada.

Evité reaccionar ante la confusión en su rostro.

No había nada que esconder pero quizás... Era una metáfora más grande de lo que quisiera que alguien más viera.

Y no me detuve en detallarla esa misma noche a la luz de una vela y con la suave brisa nocturna que entraba por la ventana de mi habitación. Acariciaba delicadamente mi piel, tambien mi precisión y el pequeño boceto que había empezado se convirtió en una datallada obra de arte a bolígrafo.

—Esta mejor de lo que esperaba... —Mirandolo detenidamente, escribí su nombre a un lado con la mas hermosa caligrafía—Aunque sería mejor tenerte aquí que en un papel...

La brisa sopló más fuerte un tercio de segundo y levante la mirada.

—¿Llamaste?

Grité al borde de un infarto. Xiao de repente había aparecido en mi ventana.

—¡No grites humana!

—¡Me asustaste!

—¡Maldición! ¡No puede ser que te asustes con algo tan simple!

—¡No es simple que de la nada aparezca un adeptus en la ventana de mi habitación!

Soltó un áspero suspiro.

—Eso no importa. ¿Llamaste?

Lo mire fijamente de la misma forma en que él me miró a mi. El destello de sus ojos que entonces brilló en la oscuridad que creó con su sombra, hizo latir mi corazón.

No lo había llamado sin embargo...

—Sí.

Xiao bajo la mirada y tímidamente escondí su retrato con mis manos. Al mismo tiempo dos gotas rojas cayeron en el marco de mi ventana.

Algo lo trajo a mi.

SUBLIMEWhere stories live. Discover now