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Ya se completaba un poco más de un mes, él seguía ausente y en cambio mi relación con el tonto que no se iba nunca, irónicamente, habría mejorado un tercio, principalmente porque ya no me estaba coqueteando con—tanta— potencia y buscaba más que nada entablar una conversación normal conmigo las pocas veces que nos quedabamos a solas.

—Mañana es el rito de la linterna, supongo que te pondrás un traje bonito—Kaeya me miró, haciendo referencia a que le diera algo que la fruta que llevaba en una canasta.

Le tire una toronja la cual atrapó con facilidad.

—¿Te importa?

—Más o menos, opino que un hanfu purpura te vendría bien.

—¿Ahora eres modista?—Me paré frente a él.

—Tengo un buen ojo y un estilo excelente, con gusto lo sería—Se relajo—Yo puedo regalarte uno. No sería mandado a hacer por el tiempo pero sería uno lindo.

Me lo pense un segundo antes de responder.

—No me interesa, gracias.

—No te pregunte—Hizo enfasis en el no—Sera un regalo de disculpa y despedida, después de todo mañana será mi último día aquí y no creo que me extrañes lo suficiente para que te escriba.

Tenía razón y su oferta era tentadora, pero aceptar algo de él afectaba mi ego y no sólo eso, seguía teniendo esa extraña sensación por lo que paso con él la vez que perdí totalmente la cabeza. De todos modos me negué y volví a mi trabajo, evitando pensar en ello hasta que mi turno acabó varias horas mas tarde y caminando por el pasillo a mi habitación lo pude ver, a las afueras de mi puerta.

—¿Qué haces aquí?

Sostenía un paquete de tela azúl con un lirio de cristal decorando la parte superior, dandole una apariencia encantadora.

Sentí una puntada.

—Te estaba esperando.

—¿Qué es eso?

—Recuerdo haberte dicho antes que no te estaba preguntando—Lo estiro hacía mi—Porfavor recíbelo.

Le di una bofetada.

Inmediatamente despues de eso, ver su cara volteada y el silencio puro me hizo temblar. Era un idiota pero no podría tener la culpa, ni siquiera es que él supiera esa parte de la historia.

—Lo siento, me sobrepasé—Recibí el regalo y me acerque a la puerta—Muchas gracias, vuelve a tu habitación—Abrí la puerta para entrar pero Kaeya me detuvo antes, sujetando mi brazo.

Nuestras miradas se encontraron.

—Espero te guste—Sonrió con calidez—Es casi tan bonito como tu.

—¿Como yo?—Balbuceé.

—Como tú—Me soltó—Descansa.

Kaeya se fué y yo entre silenciosamente. Me probe el hanfu, que sin duda era precioso y me mire al espejo.

Sentí un pequeño escalofrío en mi estómago.

—Tiene que haber costado una fortuna.

Mire con detalle los pliegues y los vuelos del traje y el sentimiento volvió, era familiar pero turbio, lo suficiente para causarme rechazo y tan pronto como pude me quite el hanfu, lo tire a un lado y me fuí a dormir con pensamientos intrusivos hasta el cuello.

SUBLIMEWhere stories live. Discover now