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—Odio esto.

—¿Qué cosa?

Me trague el grito y cerré los ojos hundiendo el susto. Xiao estaba aquí.

—Son casi las 5 de la mañana, ¿Qué haces aquí?

—Estaba aburrido.

—Podrías aburrirte más seguido—Me voltee en su dirección, viendolo de espaldas y escuchando el ruido de la porcelana, dándome la señal de que cambiaba mis flores.

—Tu podrías respetar tu horario de sueño. No es sano que sigas despierta a esta hora.

—Dormí una hora al menos, luego desperte y no pude seguir durmiendo—En silencio me sente en mi cama para prender la vela en mi escritorio—...Gracias por preocuparte.

La tenue luz de la llama le dio nitidez a su figura, ahora mirando en mi dirección.

—¿Sufres de insomnio con regularidad?

—No, solo hoy—Mentí.

—Ustedes los humanos...—Se cruzó de brazos—Se estresan y se preocupan por cosas sin sentido, es lo que causa el insomnio. Si no le tomaran tanto peso a cosas tan ridículas, quizas hasta podrían vivir en paz.

—¿Y qué hay de ti?

—¡Yo lucho con la muerte a diario!— Respondió ofendido.

—Cierto...—rode los ojos.

La brisa y el sonido de la madera llenó el hueco del silencio. Subí mis mantas por el frío y tras mirarlo hice disimuladamente un espacio en mi cama.

—¿No tienes frío?

—No, esto no es frío—Bufo y vi su aliento blanco en el aire.

—Puedo ver tu aliento, esta frío—Simule no haberme irritado con su comentario.

—¿Te estas mofando?

—¿Estás de mal humor?

—¡No me respondas con más preguntas!—fruncio el seño.

—¡Tu me estas invalidando!

Su rostro se deformó, totalmente ofendido. Por poco me río.

—¡¿Qué?! ¡Yo no...!

—Xiao cállate.

—¡¿Cómo te atreves..?!—Dio dos pasos adelante y lo interrumpí.

—¡Xiao estas subiendo mucho la voz!—Le respondí, irónicamente, con el mismo tono de voz—Eres pésimo entendiendo una indirecta—Solté una carcajada.

—No entiendo—Ahora se mostró confundido.

Suspiré y evité pensarlo mucho antes de hablar o me quedaría callada para siempre.

—Quiero que te acuestes conmigo, no es tan complejo de entender—Dije en un tono mas cálido.

Aunque tal vez fue demasiada racha de confianza, pero a pesar de mi cansancio me sentí con adrenalina. Esa madrugada mi miedo a la muerte era equivalente a 0.

—¿Por qué querría?

O a 100. El rechazo es una mierda de todos modos.

Avergonzada le di la espalda y me subí lo suficiente las sabanas para que no viera lo roja que se me puso la cara.

—Olvídalo—Cerré la boca.

Y el silencio volvió hasta que se me vino algo importante a la mente.

—Sabes... Hay algo que quiero preguntarte...

—Dilo.

El remolino en mi estómago hizo que se sintiera complicado iniciar el tema, pero pronto hablé, aunque sin mucha seguridad.

—Sobre... Lo que paso con el huésped. No te vi pero el chef me conto algo... —Trague saliva, nerviosa—Creo que es algo raro que te pregunte de esto, pero siento curiosidad y es mejor si te pregunto sobre el tema a ti que a un expectador más.

—¿Qué te dijo?—Se escuchó interesado.

Yo prosegui:

—Dijo que le hiciste frente al huésped. Que intento seguirme y... —dude un instante de mis próximas palabras—y que tu lo detuviste, algo así.

El viento sonó con fuerza una vez más, tratando de entregarme tranquilidad.

—Es cierto.

Pero, como era de esperarse, la tranquilidad absoluta no llegó. Esa tormenta de emociones no me dejó, en cambio pareció aumentar. Estaba tan felíz un par de horas atras pero ahora... ¿Qué sentía ahora? No era paz, parecía pavor.

—¿Por qué lo hiciste?

—¿Por qué te preocupa?—No le respondí, el suspiró—Dime.

—Sólo me llama la atención. Tu responde mi pregunta.

—Escuche problemas y estaba cerca.

Asentí como si no me esperase esa respuesta, pero se sentía tan típico de él que en el momento me negué a creer que fuera real. Xiao era tan deshonesto consigo mismo, sin embargo, sus acciones lo delataban completamente. Era algo de lo que lo hacía tan encantador y tan peligroso al mismo tiempo.

Y mi única opción era adentrarme a ese peligro.

Entonces pregunté una vez más:

—¿En serio no quieres acompañarme?

Y con mi pesimismo, realmente creí que volvería a rechazarme sin embargo un momento después y tras un suspiro y un murmullo, ahí estaba. Recostado a mi lado, sin decir una sola palabra aun cuando me voltee a verlo y estuvimos tan cerca que la tentación de besarlo agitó mi corazón con potencia.

—Eres bellísimo—Suspiré.

—No tienes...-

—¿Qué no tengo respeto? Lo sé.

—No. Iba a preguntar si es que no tienes frío aún...

Sonreí, puede que hasta con el alma, y reduje nuestra distancia.

—¿Puedo tocarte?

Su mirada bajó y con timidez asintió. Con discreción acerqué mi mano que pronto chocó con su abdomen y la llevé a su brazo, pudiendo sentir su piel por poco más fría que la mía.

—Estas frío...

—Yo no lo siento.

—Pero yo si lo hago—Acaricié con suavidad.

Llevé su mano a mi cintura y casi la quita pero antes me acerqué otro poco, lo suficiente para que nuestras piernas se tocaran y nuestros alientos chocaran. Sentí entonces como temblaba por un tercio de segundo, hasta que pase mi brazo sobre el suyo, concretando un semiabrazo.

—Yo puedo sentirte, Xiao—Me miró— ¿Te molesta que este tan cerca?

—Da igual...

—Bien...—Miré sus labios. Mis propios nervios aumentaron y posiblemente temblé junto a él un instante, pero no quería dar vuelta atrás—No desaparezcas...

—¿Q-Qué vas a hacer...?

—Voy a... —No terminé.

Y lentamente me acerqué, cada vez más y más, lentamente, hasta que finalmente sentí sus fríos labios en los míos. Tal vez para él no tuvo significado alguno pero para mi fue como un sueño... como besar suavemente un astro.

Como si lo besara en la mejilla, no hubo movimiento alguno y Xiao no reaccionó hasta que me separé de él. Su cara estaba roja y sus bellos ojos parecían más brillantes que antes.

—Gracias, Xiao.

—No importa—Bajó la mirada.

SUBLIMEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora