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Los días empezaban a ponerse fríos, no hablando de nieve, sino viento y lluvia. La clientela había reducido por esto mismo, aunque los habituales seguían yendo, por supuesto, por lo que no tenía paz absoluta pero si había una calma significativa y fue así hasta que llegó por fin el primer día soleado del mes, y con ello un nuevo huésped.

Trajo consigo una entrada escandalosa y las chicas del personal no paraban de murmurar en voz alta.

—¿De qué hablan? ¿Qué pasa?

Me metí en la conversación, dos chicas agitaron las manos, nerviosas, respondiendo lo mismo al unisono:

—¡Tenemos un nuevo huésped!

—¡Es un extranjero!

—Tenemos varios, ¿Por que el drama?

No terminé de entender hasta que el extraño hizo presencia en el salón y los chillidos de las chicas por poco me revientan los oidos. Era un joven alto de bonitas facciones, contextura delgada, piel morena y un deslumbrante cabello azul. Guapo sin duda y con toda la apariencia de un patán, hasta en su forma de caminar parecía estar flechando y rompiendo corazones al mismo tiempo.

—¿Y este quién es?

—Kaeya, caballero de favonius para servirle —Sostuvo mi mano y llevo el dorso a sus labios—Más bien para que usted me sirva, deberia decir, aunque suena poco romántico si lo digo de esa manera, ¿No es verdad?

Confundida asentí lento mientras alejaba mi mano y la gerente se asomaba detras de él.

—¿Qué hace un caballero de favonius aquí?—Murmuré entre dientes.

—¡Tu eres la elegida para mostrarle la posada y su cuarto!

Que desgracia.

Honestamente no quería, cuento con un buen ojo como el resto pero mi atención no estaba en él precisamente.

Aun así, por trabajo y obvias razones, cumplí con la orden.

Fue un viaje extremadamente incómodo desde la primera planta externa e interna, las escaleras, el ascensor, un paseo cuadro por cuadro y detalle por detalle que le llegó a interesar hasta que llegamos al balcón.

—Este como vera, es el balcón. La vista es preciosa aunque no le recomiendo salir mucho si el mal tiempo continúa.

—Yo veo un sol espectacular el día de hoy y la brisa no podría ser mas agradable.

—Sí, pero ha sido un mes lluvioso. Quizás continúe así. —Un silencio incómodo ocupo lugar hasta que junte mis manos y me incliné—Bueno, mi trabajo ha acabado aquí. Cualquier cosa que necesite puede...

Y por poco escapo de él pero antes me sostuvo del brazo.

—No tan rápido, no me ha mostrado mi habitación.

Su sonrisa me bajo la presión, no estaba segura de aguantar un segundo más con él. No era descortés pero la potencia de su coqueteo—O bien su forma "romántica" de hablar—me estaba molestando y por lástima no es que pudiera decir que no, así que una vez más hice el sacrificio.

Lo llevé en silencio hasta su habitación, él me agradeció una vez más plantando un beso en el dorso de mi mano y un momento antes de huir me entregó un pequeño ramo de flores blancas.

—Espero comprenda el lenguaje de las flores.

Indiferente sostuve el ramo.

—Espero comprenderlo algún día.

Respondí antes de irme.

SUBLIMEWhere stories live. Discover now