8

413 59 1
                                    

—Parece que ese tipejo te puso el ojo encima.

—Ni me lo diga—Froté una pera en mi vestido antes de darle una mordida—Por lo menos parece comprender el espacio personal pero estoy harta de que me mire hasta cuando camino al baño.

—¿Así que es de ese tipo?—Tronó sus nudillos— No te preocupes, si te hace algo házmelo saber y hare que no vuelva a pisar este lugar.

Miré al chef un momento antes de soltar una suave carcajada.

—No, no será necesario. Aparte sólo lleva una noche aquí y dudo que dure más de una semana.

—Deberías ponerle límites si no tienes interés.

—¡Lo hago!—Me miró incrédulo, ni yo misma me lo creía de hecho—A medias...

—¿Y a medias te sirve?

—Verá que no le doy atención y se irá.

—Ten fé.

Tengo fé. ¿Pero de qué? En realidad no pensaba en el tal Kaeya, era un tema pero mi mente y mis nervios ocupaban otro espacio.

Estaba ansiosa.

Xiao llevaba al menos dos o tres semanas sin dar señal alguna de vida y no podía evitar sentirme preocupada luego de que las últimas veces que lo vi haya estado sangrando. Quizás exageraba, después de todo no era la primera vez que desaparecía tanto tiempo, también era portador de una fuerza impresionante pero para que algo haya alcanzado a dañarlo... y dolería enterarme de que algo le ocurrió sin haber logrado acercarme lo suficiente a él.

Por lo menos tuve el placer de ser quien curó sus heridas... Y en el momento no dijo nada por ello.  Entró y salió de mi cuarto, al menos tres veces seguidas esa semana antes de irse sin dejar rastro y sin decir algo, llenandome de preguntas y sin dar una sola respuesta.

—Ya que cuidas tanto esas flores ¿Por qué no les das un mejor uso?

Desorientada miré al chef.

—¿Qué flores?

—Las flores Chingxin que ese patán te regaló, son útiles en la cocina—Mantuvo silencio antes de soltar una sonrisa—¿O les darás otro uso en especial?

Un uso en especial...

La idea que expresé inconscientemente finalmente tomó claridad en mi cabeza y efectividad sólo si el destino cumplía mi deseo antes de que las bellas flores perdiesen la vida.

—Puede ser... —Observé el atardecer—Si dios asi lo quiere...

Suspiré, la gran mano de Yanxiao acabó en mi hombro dandome consuelo.

—Vas a desgastarte pensando tanto en eso—Se acercó—Xiao es el último Yaksha por alguna razón niña.

—¿Cual?

Lo miré, el sonrió con complicidad.

Él siempre vuelve.

SUBLIMEWhere stories live. Discover now