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—... Te gustan los lirios de cristal.

—¿Es una pregunta?

Apreté las vendas en su brazo con tal de detener el sangrado. Xiao se quejó.

—Es una afirmación.

Levanté mi mirada para observar detalladamente su perfil con una sonrisa momentánea.

—¿Cómo lo sabes?

—Lo deduzco.

—¿Por qué?

Frunció el ceño.

—Porque sí, haces demasiadas preguntas.

—Bien...

Deslice suavemente un paño humedo por debajo del lugar de corte, que pronto empezo a teñirse de rojo. Mi atención que se mantuvo tan centrada en mi trabajo no tardó en volver a subir a su rostro. Una y otra vez y él mantenía esa constante expresión, esa constante mirada fija en algo de mi habitación.

Las yemas de mis dedos bajaron suavemente por su brazo y antes de poder tocar su mano detuve el contacto y Xiao me miró.

—Ya esta.

Simultáneamente la delicada sinfonía de un arpa se incorporó al ambiente.

—Gracias—Acomodó la venda.

La dulzura y exquisitez de la música en el ambiente aumento con nuestro propio silencio. Ni él se movio ni yo lo hice y en mi intento de distraerme en algo pude sentir incluso a detalle la suavidad de la cama.

Mientras, lo miraba por el rabillo del ojo. Quería conversarle, pero ¿Cómo haría eso?

Se sentía tan complicado y parecía que la vida me estaba regalando una oportunidad, no podía desperdiciarla tan fácilmente.

—¿Te gusta la música?

—¿Qué clase de pregunta es esa?

—Una pregunta como cualquiera...

Tardó un segundo en responder, la melodía había cambiado su tono.

—A cualquiera le gusta la música, no a cualquiera la buena música.

—¿Y lo que suena ahora es buena música para ti?

—Es... subjetivo.

—¿Qué es subjetivo?—Me asomé en su vista.

La aproximación repentina no pareció agradarle en lo mucho y rápido volví a mi postura.

—Da igual. No vale la pena que te explique la palabra.

Se levantó. Había arruinado el momento sin querer por enésima vez, pero no lo iba a dejar ir tan rápido. Antes de cualquier paso lo sujeté por la muñeca, él se dió la vuelta con rapidez, sin embargo, no se alejó.

—Por favor no te vayas.

—Soy un adeptus, tengo cosas que hacer.

—Sólo 5 minutos. Hablemos sólo por 5 minutos...

Su expresión se relajó y poco a poco volvió a sentarse a mi lado. «¿De qué quieres hablar?»

«Tantas cosas que no sabría por dónde empezar» y nuestra falta de confianza me causaba una enorme impotencia, pero la charla de alguna forma se dió. Fue corto pero no menos importante, le compartí algo de mi opinión de la música, él me dió algo de la suya y compartí tambien algo de dónde provenía la bella melodía del arpa.

—Llevo años viniendo a este lugar y no había escuchado esta melodía antes.

—Yo la escucho desde que empecé a trabajar aquí. Empieza un poco después de media noche y debe detenerse al menos a las 3 de la madrugada.

—¿Quién tocaría un arpa por tanto tiempo?

—Una anciana con memoria a corto plazo que prácticamente vive aquí, al igual que yo. Es curioso que se olvida de todas las caras nuevas y soy la única a la que siempre recuerda, aunque no la veo mucho y suele olvidar mi nombre—Me recosté en la cama—Mas bien lo confunde, la gerente dice que es porque le recuerdo a su hija que falleció jóven... Yo no digo nada, por supuesto. No podría destruirle tan fácil la ilusión y entiendo lo complejo que puede ser la perdida de un familiar... Debe ser más complejo para ella, si es como la gerente dice, genuinamente debe creer que soy su hija—Reí suavemente antes de soltar un suspiro—Es triste, pero bueno... Hablabamos de música, otra cosa que nunca olvida son sus melodías. Son siempre lentas... Suaves...—Imite el movimiento de sus dedos tocando el arpa— Y aunque se repiten el orden siempre cambia, entonces no sabes cual vendrá después.

Nuestras miradas chocaron y el rubor surgió poco a poco en mis mejillas.

—Suena a que no sabes usar tu tiempo de descanso, ni tu ni la anciana —Pronuncio.

—Claro que si uso mi tiempo de descanso—Fruncí el ceño—Solo que empiezo más tarde que el resto, vale la pena quedarme un rato más despierta si es para escuchar el arpa.

Xiao asintió y de pronto levantó la mirada.

—La tonada cambió.

—Me gusta esa—Cerré los ojos—se siente... Como una nube.

Sentí como se acomodó en la cama y sin querer se sentó sobre un borde de mi vestido.

—¿Cómo se supone que se siente una nube?

—Suave... Muy suave y muy relajante...

Espere sus palabras para juzgarme, sin embargo no llegaron, en cambio, obtuve su silencio. Su silencio y sus ojos cerrandose, también sus silenciosas ganas de relajarse aún más en la cautelosa forma en que aproximaba su cuerpo.

Y las ganas de tirar de su brazo y hacer que se acueste a mi lado por poco me ganan pero por supuesto no lo hice. Disfruté el infinito momento, el hecho de que su mano estuviera tan cerca de la mía, la dulzura de la música y poco a poco me relajé lo suficiente para casi dejar de sentir mis extremidades, pues el repentino sentimiento de calor perturbo mi paz. Volviendo a abrir los ojos alcé mi mano, sintiendo el suave roce de las frazadas que ahora cubrian mi cuerpo y alcance sin miedo la de un Xiao a punto de abandonar mi cuarto.

De repente la tonada era más lenta y el momento llenaba más mi alma, lo miré fijamente.

—¿Tu que sientes Xiao?—Susurré.

Sus dedos no soltaron los míos, tampoco los sostuvo, pero fue suficiente para detener su paso una vez más.

Él suspiró tan bajo que por poco no lo escucho y respondió, mirándome con sus grandes ojos dorados, un instante antes de que mi consciencia desapareciera por completo.

—...Siento paz.

SUBLIMEOù les histoires vivent. Découvrez maintenant