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La música sonaba con fuerza y la noche que era entonces brillante por las luces, deslumbraba más de lo usual.

El festival de las luces.

La epoca sin duda mas bella para estar en Liyue, bueno, en las cercanías de la ciudad.

Habian una cantidad mucho mas consideable de niños que llenaban la primera planta, no solo con su presencia sino tambien con basura y estabamos horriblemente ocupados pues la clientela incremento montones por el evento debido a que aparentemente la vista era mas bonita desde la posada. Ya me imaginaba a mi jefa tratando de calmar la horda de personas que correra al balcon cuando empiecen los fuegos artificiales.

En el suelo suspire, mientras recogía los restos de vasos rotos del suelo y luego mire la hora. Ya se acercaban las 12.

—La gente esta muy ansiosa está noche.

El Chef Yanxiao aparecio, limpiandose el sudor de la frente y pronto frotando sus manos.

—Es cierto, tambien está llenísimo y hay muchos niños, a veces parece guardería —Empece a reírme.

—Bueno, supongo que quieren pasar tiempo con sus familias.

Hubo un corto silencio.

—¿Por qué no fue con su familia esta noche?

—Mi familia... —Soltó una carcajada—Mi familia no me quiere, pero no puedo juzgarlos. No he tenido un buen rumbo en mi vida. Los asustaría si fuera a verlos.

Asentí lentamente, sintiendo una pequeña ola de angustia y me levante con la bandeja de cristales.

—¿Hace cuanto que no los ve?

—Ya han pasado muchos años como para recordarlo... Pero no te preocupes por eso, chiquilla. Es... Algo complicado pero volvere un día.

—Puede volver, aun queda una hora para las 12.

—No —Rió con calidez y sacudió mi cabello—La aldea Chingste queda a mas de una hora de aqui. No podría aunque quisiera y me necesitan en la cocina. Un día volveré...

Preocupada lo mire y aunque me capto luego su vista fue atras de mi junto a un estruendo en el suelo. Este sonrió ampliamente y levanto un brazo, saludando.

—¡Xiao! Tanto tiempo ¿Veras los fuegos artificiales?

Se me erizó la piel. Ni siquiera tenía que comprobar que él siguiera ahí, pude sentir su imponente presencia a mis espaldas y antes de que Yanxiao tuviera la maravillosa idea de obligarme a pasar tiempo a su lado, sujete bien la bandeja y entre rápidamente a la cocina.

Abrí el agua fría y tan rápido como pude meti las manos. Sentí que me daría un ataque.

«Respira»

—Respira... Basta, basta, basta—Moje mi cara y mi cabello.

Empezaba a ver rojo, pues la desesperación se estaría apoderando de mi hasta que 3 golpes en la puerta detuvieron mi pulso. Venía desde la puerta de dentro, no podían ser ellos dos.

Corrí a la puerta para abrir y encontrarme con la entonces figura del idiota que ya no parecía tan idiota como antes.

—Kaeya.

—¿No deberías tener libre?

—No, por supuesto que no-

—¿Por qué tienes la cara empapada?

Sentí los pasos pesados de Yanxiao que ya me estaban inquietando.

—Nada, mi jefa te adora,¿Me salvarías de ser despedida?

Respondió «¿quizas?» con confusión que no me tome el tiempo de atender y tan pronto como pude salí de ahí junto a él.

Entonces me dedique a pasar esa ultima hora antes de las 12 a su lado, por raro que sonase, pero le llamaria mas ''aprovecharme'' de él. Necesitaba una distracción, olvidar la reaparición de cierto personaje y a su modo sirvío de algo. Fue conmigo parte del camino a mi habitación para cambiar el uniforme de camarera por el bello Hanfu que me habría regalado la noche anterior, el cual me ayudo a mezclarme entre el comensal. Corrimos en dirección a Liyue, pasando por aquel puente donde le dedique mis sentimientos a Xiao y tras colarnos en una carreta llegamos pronto al centro de la ciudad que era puro festival.

La decoración era preciosa, por supuesto. Habían miles de puestos, muchos de ellos vendiendo cometas detallados y fuegos artificiales. Comida deliciosa, ropa y juegos típicos. Muchos niños corrían al rededor y de la misma forma pronto el alcohol corrió por mis venas.

Un trago tras otro, mis risas aumentaron junto con mi distracción y de alguna forma el tonto a que sujetaba mi mano parecia menos tonto de lo usual.

Nunca me había puesto a pensar realmente en lo guapo que era hasta ese momento. Sus facciones eran agraciadas igual que su cabello que a veces caía tenuemente sobre su rostro. La forma en que se llevaba cada copa de champagne a los labios me hizo estremecer, sin embargo había algo que faltaba. Había un vacío de ilusion que no me convencía, pero no quería llorar en ese momento, quería escaparme del sentimiento.

—Te ves preciosa—Kaeya  dejó la copa de lado para mirarme.

El ruido de la gente agrupándose y haciendo un conteo regresivo aumento de fondo.

—Gracias—Sonreí. Las voces se hicieron mas fuertes junto con la emoción de la gente cuando este puso suavemente un mechon de cabello detras de mi oreja.

—¿Me permitirias darte un último regalo esta noche?

—Como desees.

—Cierra los ojos—Bajo el tono de su voz e hice caso omiso a su instrucción.

Sabía lo que iba a hacer y lo permití. El conteo del 3 al 1 sucedió:

3...2...1...

Los fuegos artificiales estallaron, la gente gritó y los labios de Kaeya estaban unidos junto a los míos, sin embargo en un momento que podría parecer tan mágico como ese, no sentí nada.

No sentí nada, hasta que la imágen de mi cabeza cambió y a ojos cerrados ya no estaba besando a Kaeya.

Estaba besando a Xiao.

Quién no tiene idea de cuanto lo he extrañado, no tiene idea de cuanto me ha torturado con su silencio, con la falta de su tacto y la falta de sus palabras susurrando cosas tan bellas en mi oreja y que, aunque me haya destruido el alma, posiblemente aun perdonaría sin dudarlo ni por un segundo porque su presencia en el fondo y más allá de mi ansiedad, representaba mi euforia.

Pero mi imaginacion era efimera y no lo suficientemente homogenea con la cruel realidad.

Me aleje y vi a un Kaeya desorientado por mi cambio de opinión.

—¿Todo bien?

—Quiero volver a la posada —Él asintio y sin hacer preguntas, me llevo de vuelta a la posada.

SUBLIMEWhere stories live. Discover now