33| La importancia de un 'te quiero'

87 16 33
                                    

Maratón 1/2


Al volver a casa, llamo a mi madre y le pregunto si le apetece pizza casera para la cena.

Por desgracia, me dice que las cosas en el trabajo se han complicado y no volverá hasta tarde.

Le aseguro que no hay problema y que podemos dejarlo para mañana.

Justo después de colgar, mi celular vuelve a sonar. Pensando que se olvidó de decirme algo, contesto casi sin ver.

—Oh, Gina. Gracias al cielo contestas —Me quedó un poco paralizada al escuchar su voz.

Reviso la pantalla para saber si de verdad es él o solo me estoy volviendo loca.

Es un número desconocido, debe haberlo cambiado.

—¿Michael?

—Si soy yo, tonta. Necesito...

—Mi tía Lilian dijo que te habías ido, hasta me...

—Sí, sí. Pero volví hace poco y necesito tu ayuda.

—No. Esta vez no.

—Espera, espera. No cuelgues, por favor. Te lo ruego.

Sé que debería hacerlo... pero soy débil.

—Dos minutos.

Parece tomarlo por sorpresa, pero se aclara la garganta y continua.

—Te lo suplico, es la última vez. Ve a mi habitación, en el armario...

En resumen, me ha pedido buscar una carpeta azul. Tardo un poco en ir por la silla para alcanzar la parte de arriba, pero cuando por fin lo hago es cuestión de quitar unas cuantas cajas de zapatos para encontrarla.

La última vez que esculqué su armario tenía unos once años. Y por lo que encontré, no lo volví a hacer jamás.

Cuando le llamo para decirle que la he encontrado, dice que vendrá por ella más tarde, para él "un poco más tarde" significa hasta después de oscurecer.

Veo un auto de color rojo detenerse frente a casa.

Nadie sale de él, pero casi inmediatamente me llega un mensaje pidiendo que se la llevé hasta allá.

Me pongo un suéter antes de salir, y con la linterna de mi celular encendida voy hacia donde está.

—Gracias —murmura.

—De nada.

El silencio que pronto se ha formado desaparece cuando se le da por preguntarme:

—¿Ya cenaste?

Niego con la cabeza.

—Entra. Vamos a comer algo una última vez.

Mi corazón comienza a acelerarse, y mi cerebro se va de vacaciones en el momento en que decido entrar al auto y se lleva a mi cordura con él.

Llegamos a un pequeño restaurante de comida rápida, no tengo la menor idea de donde estamos, pero me apresuro a seguir a mi hermano cuando salimos del auto.

—¿Qué venden aquí?

—Comida.

—¿Qué clase de comida? —digo luego de rodar los ojos.

—Hamburguesas.

—Michael...

Él me ignora y entra al establecimiento.

No me queda otra que entrar tras de él, y volver a llamarlo.

Cuando por fin encuentra una mesa que lo convence, voltea a verme cuando nota que no me he sentado.

Tulipanes para GinaDove le storie prendono vita. Scoprilo ora