03| Las decepciones y desilusiones duelen

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Toda la mañana he estado esperando que llegara la hora para tener la clase de matemáticas

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Toda la mañana he estado esperando que llegara la hora para tener la clase de matemáticas. La cual tenemos justo antes del almuerzo.

Trato de mantenerme positiva, pero es muy complicado.

Cuando el tan esperado momento llega, tengo la sensación de querer salir corriendo y perderme.

—Gina Franklin —Pronuncia mi nombre, entregándome el papel con una mirada extraña.

Y ahí plasmado el 42/100 me golpea con realidad.

Ya lo suponía, pero verlo ahí fue un poco más duro.

Mis calificaciones escolares no me definen. Lo sé.

Pero al ver que Val obtuvo 96/100 siento una sensación extraña en el estómago.

Y no es envidia.

Desde pequeña he tenido la costumbre de compararme con ella. De acuerdo con los estándares impuestos por la sociedad en la que vivimos, físicamente es más bonita. Más alta y delgada que yo, cabello rubio y brillante, realmente es hermosa.

En cambio yo... no es que no sea bonita, es solo que ella lo es más. O al menos es lo que me ha dado a entender.

Siempre se ha burlado de mí por mi baja estatura, y porque mi cabello castaño es diferente al de mi familia. Además, nunca nadie me había dicho que estaba gorda. Solo ella.

Al verme al espejo, me veo muy delgada. La cosa es que ella está aun más. Y mamá dice que eso le molesta.

He tratado de no compararme, pero las situaciones no me lo dejan fácil.

Una vez que la clase acaba, antes de salir la profesora me pide quedarme un momento.

Y mi corazón se acelera.

¿Qué más podría hacer?

—Gina, me has sorprendido mucho —comienza lentamente—. Aunque contradiciéndome, comenzaba a sospecharlo. Últimamente te veo muy distraída, ya no le pones empeño a tus trabajos o tareas, y para una alumna de excelencia como tú es muy notable. ¿Ocurre algo?

Piensa rápido.

—Verá... He estado teniendo algunos problemas familiares, y mantienen mi mente ocupada. Pero no hay nada de que preocuparse, ya se están solucionando —Miento.

Ella parece creerme y asiente.

—Bueno, siempre que lo necesites puedes hablar conmigo, o podrías ir con la asesora escolar, es medio rara, pero siempre ayuda —Ofrece.

—¡No! —Aclaro mi garganta— No es necesario. Solo... mi abuela está muy enferma y con mi mamá vamos a verla casi toda la semana, al volver a casa estoy muy cansada, pero mi tía está buscando la manera de conseguir un nuevo tratamiento —Disfrazo la verdad.

Tulipanes para GinaWhere stories live. Discover now