14| Las decepciones y desilusiones duelen (parte 2)

135 21 35
                                    

Maratón 2/2

Y el desgraciado logró convencernos.

Claro, esto a mi tía Lisa no le agradó nada, pero no podía decirnos qué hacer.

El día que estaba empacando todo, fue a mi habitación y me dio algo de dinero haciéndome reír. Y luego un abrazo.

No dijo nada. Solo un abrazo.

Y eso significó mucho para mí.

Me prometí a mi misma no ilusionarme. Porque aunque fuese la última decepción, dolería igual.

Así que no lo traté mejor que antes. No quería que pensara que todo estaba bien y que no pasaría nada si volvía a ser el mismo imbécil de antes.

No voy a mentir, el primer día en especial fue bonito.

Creo que quien más emocionado estaba era Clifford.

Llegamos al atardecer, intentamos acomodar algunas cosas y luego pedimos comida china para cenar mientras veíamos una película en el salón.

Los tres nos quedamos dormidos ahí, y curiosamente solo yo amanecí con dolor muscular.

Entre los trabajos finales que tenía que entregar, las tutorías con Winston, estudiar para mis otros exámenes, el trabajo, intentar mantener en orden y al mismo tiempo reorganizar mi habitación y sacar a pasear a Clifford, muy apenas tenía tiempo de respirar.

No había tenido tiempo de procesar el cambio, simplemente había pasado. Y casi lo prefiero así.

Si busco lo positivo, terminaba tan cansada que ya no tenía problemas para dormir.

Solo quería que llegaran las vacaciones de verano.

Después de haberle mentido a Winston, mamá me dejó faltar el lunes al instituto.

Como ya estábamos en casa, creyó que sería una buena idea descansar un poco y comenzar a desempacar cuanto antes.

No me quedé muy tranquila sabiendo todo lo que me iba a atrasar, pero terminé convenciéndome a mí misma.

No tendría que encontrarme con nadie hasta el martes y por ende, nadie sospecharía nada.

O al menos, eso era lo que yo esperaba.

Y sabemos que rara vez me sale nada como espero.

Era el lunes por la tarde en el Himalaya.

Me había enterado de que era el último día de Areli trabajando ahí. Y se suponía que iba a venir el nuevo para presentarse y aprender lo básico.

Pues ya era tarde y no había llegado nadie.

Estaba muy tranquila tratando de escuchar que era lo que le decía mi jefa a Areli, hablaban en voz baja seguramente para que yo no me enterara.

Di un paso más hacia ellas lo más disimulada que pude, y fue cuando lo vi a través de la puerta de cristal.

Winston iba llegando y se suponía que yo estaba de viaje.

Lo único que se me ocurrió hacer fue agacharme detrás del mostrador. Suerte que no estaba atendiendo a nadie en ese momento.

Pude escuchar su estúpida risita burlona, demostrándome que si me había visto y que ya estaba justo del otro lado del mostrador.

—¿Gina, puedo saber qué haces ahí abajo? ¿De quién te estás escondiendo? —me regaña de tal manera que creo que el matrimonio que iba pasando del otro lado de la calle la ha escuchado.

Tulipanes para GinaWhere stories live. Discover now