32| Primeras veces

104 12 15
                                    

Y el sofá llegó.

No recordaba que fuera tan bonito, por algo mi madre quedó encantada.

Por eso me pareció un buen momento para contarle mi decisión.

Pero cuando le conté que no iba a irme no reaccionó de la forma que esperaba. Pensé que estaría feliz de que fuese a quedarme a su lado, y en su lugar, se puso a decirme que no quería atarme a nada, que quería que disfrutara mi juventud aun si no era en casa.

Creo que no sabe que ya lo hago.

Me tardé un poco en convencerla de que estaba segura de no querer irme, pero finalmente terminó aceptando.

Simplemente, me dijo que no se lo dijera todavía a Stephen, me sugirió esperar un poco. E inconscientemente obedecí.

Pero a quien sí puedo decírselo es a Winston.

Desde aquel día no ha dejado de decirme lo asombroso que será, incluso me dio un recorrido a través de fotos de internet de todo el edificio.

Es muy lindo y todo, pero solo me abruma más. Así que considero que es hora de decírselo para que deje el tema por la paz y yo pueda olvidarme de eso.

Justo antes de volver del parque me parece el mejor momento para hacerlo. Ha pasado ya una semana desde que tenemos a Charlie con nosotros, y con sus padres, acordamos compartir la custodia.

Y este domingo le toca a él llevárselo.

—¿Te cuento algo? —le digo.

Luego de agacharse a recoger la pelota amarilla que el señor Max le dio a Clifford, asiente.

—Seguro.

—Ya lo decidí por fin, no voy a ir a la academia de modas —anuncio sonriente.

El castaño se queda procesándolo unos segundos.

—¿Espera qué?

—¿Para qué voy a ir? Seguro ni siquiera soy lo suficientemente buena para estar ahí, y aquí tengo todo lo que necesito para ser feliz. Te tengo a ti, a mamá, a Gracie y a Darla. Y por supuesto, Clifford y ahora también a Charlie.

—No lo estás diciendo en serio.

—¿Por qué habría de mentir?

No parece tan feliz como pensé.

—¡¿Por qué?! Porque no tiene sentido. Estas auto saboteándote a ti misma otra vez. ¿Qué no tienes talento? Vamos Gina, puedes encontrar una excusa mejor.

Lo observo unos segundos intentando entender por qué se ha molestado.

—Muy bien... No sé que te ha molestado, pero yo no me quiero ir. Y eso es lo que importa, ¿no? Tú mismo dijiste que...

—¡Es absurdo! No me refería a que tiraras una oportunidad como está a la basura, porque no sabes...

—¿No sé qué? —digo al ver que él no sabe como terminar la frase— ¿No sé si alguna vez volveré a tener suerte? ¿No acabas de decir tú que tengo talento? ¿No hay manera de que vuelva a recibir una oportunidad así, sin que...? Un segundo, ¿Tu padre tuvo algo que ver en qué...?

—No, claro que no. Nunca haría algo así a menos que tú se lo pidieras. Escucha, Gina, claro que creo que podrías recibir mil oportunidades más en el futuro, pero...

—¿Entonces cuál es el drama? ¿Tú quieres... qué me vaya? —digo con el corazón latiendo con rapidez y temiendo lo peor.

—Sí. Sé que serías muy feliz allá. Y no entiendo por qué tienes tanto miedo, creí... creí que eso había quedado en el pasado, pero ahora... no entiendo por qué dejas que la voz de tu cabeza acabe con tu felicidad.

Tulipanes para GinaWhere stories live. Discover now