20| Confesiones de listas infinitas

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Maratón 2/2

Una vez en el auto, Caleb es el único que falta de subir, y cuando lo hace, su cabeza golpea la mía.

No he sentido nada, no entiendo por qué todos se giran a verme preocupados, pero sus caras son demasiado graciosas.

—No puede estar borracha, solo se tomó un vaso.

—Si... pueda que haya olvidado mencionar que se tomó otro de golpe pensando que era agua.

—¡¿Qué?! —preguntan Bianca y Winston a la vez.

—La salsa se llamaba probada del infierno, seguro lo necesitaba —se defiende.

—Es su primera vez ¿y vamos a devolverla así a su casa? Su madre va a asesinarnos —Exclama Bianca.

—No obstante, ella no tenía problema en que viniese, no creo que se moleste —plantea el moreno a mi izquierda.

O derecha. No estoy muy segura de cuál es cuál.

Pero supongo que eso es por la dislexia.

—Sigue siendo una irresponsabilidad de nuestra parte, nunca más dejará que salga con nosotros —sigue Winston.

—La culpa no la tiene nadie, ha sido un pequeño incidente, seguro lo entiende.

—Yo creo que lo dices porque ha sido culpa tuya —le responde el ojiazul a Caleb burlonamente.

—¡Que ha sido un accidente!

—Chicos, no tenemos que discutir. Hagamos lo siguiente, vamos a llamarla y le diremos que hemos planeado una pijamada en casa de Winston, mañana en la mañana ya pensaremos mejor.

Me parecía un plan de película, pero afortunadamente todo salió bien. Mamá pasaría a recogerme mañana al medio día y todo terminaría en una anécdota.

Aunque no hubo más inconvenientes, el plan cambió un poco. Pues Bianca y Toby decidieron no venir con nosotros, y no sé por qué Caleb al enterarse se negó a ir también.

Winston me asegura que su madre ha visto demasiadas cosas con su hermano mayor y no se asombrará en lo absoluto.

Y así fue.

Simplemente, suspiró y me dedicó una sonrisa, pero noté que le decía algo al castaño en voz baja.

Me disculpo tanto como puedo porque no quiero causarles molestias, ellos me aseguran que no soy una.

Winston se da cuenta de que ya tengo demasiado sueño como para hacer algo más que dormir, así que lo sigo de cerca a la habitación de Gracie.

Me sorprende encontrarla despierta leyendo una enciclopedia de animales.

Me confiesa que solo le gusta observar las imágenes.

Por suerte, tiene en su armario la sudadera que le presté aquella noche, y agradezco llevar unos pantalones cortos y cómodos debajo del vestido que estoy usando.

Winston se despide de nosotras no sin antes afirmarme que su puerta estará abierta si necesito cualquier cosa.

La cama de Gracie es incluso más grande que la mía, cabemos las dos perfectamente.

La niña está encantada de tener una pijamada, no sé de donde saca palomitas acarameladas y le presto mi celular para que ponga una película.

Convencerla de ver ratatouille no fue tan buena elección, no sé por qué siempre acabo llorando, y ahora ella se pone a reírse de mí.

Tulipanes para GinaNơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ