09| Pérdidas de imprevisto y distinciones

162 23 60
                                    


A lo largo de mi vida he intentado buscar algo que me apasione, he intentado muchas cosas, pero luego de unos meses o incluso semanas, la ilusión se va.

Intenté tejer, bordar, pintar, incluso por una corta temporada toqué la flauta. Y nada de eso me ha gustado lo suficiente como para seguir haciéndolo. Lo último que intenté fue estar en el equipo de animadoras, que aunque al principio no estaba muy convencida, después estaba muy contenta.

Hasta que me di cuenta de que era un asco.

Al menos ahora sé que me gusta leer, y por supuesto, nunca dejaré de cuidar mis plantas o arreglar mi propia ropa.

Que justo ahora, es lo que estoy haciendo con gusto.

Nunca me he esforzado demasiado en mi manera de vestir, pero tengo una debilidad por los vestidos y las faldas, son mis prendas favoritas y tristemente aunque me encanten, no las uso mucho.

Estoy tan concentrada cociendo el costado de aquella camiseta que cuando mamá me grita doy un respingo alarmada, causando que la aguja se incruste en mi dedo y no en la tela.

Suelto un quejido, pero me apresuro a ir a la habitación de mi abuela, que es donde mamá me ha llamado.

Apresuro el paso cuando su llamado es más insistente.

—¿Qué ocu...?

—¡Ve por tu tía Lisa! ¡Rápido!

Dudo por tan solo un instante, pero al ver que mamá intenta incorporar a mi abuela con desesperación y al escuchar los quejidos de esta misma, no lo pienso más y salgo corriendo al patio.

La pelinegra está caminando por el jardín mientras habla por teléfono con alguien.

—¡Tía! ¡Mi abuela... algo le pasa! ¡Se está quejando!

Ella deja caer el aparato en el césped y corre hacía mi, al entrar a casa, mamá comienza a gritar desesperada que cree que no puede respirar.

Desde hace unos días, mamá hablo conmigo. Teníamos que mentalizarnos por si algo así pasaba, este mes ha sido el peor de todos... que ya ni siquiera sentía que estaba con nosotros.

Me duele verla sufrir.

—¡Gina, llama a emergencias! —Me grita mi tía tan fuerte que incluso retrocedo.

No tengo tiempo ni de suspirar antes de salir corriendo de nuevo al patio, levanto el teléfono del suelo y la persona de antes ya había colgado.

Marco el número de emergencias mientras vuelvo a dentro.

Alzo la vista y noto como mi abuela ha dejado de quejarse, me quedo paralizada pensando lo peor, pero no tengo tiempo de analizar eso, mi tía me ha arrebatado el teléfono y se lo ha llevado a la oreja.

Pronuncia velozmente lo que debe, y la mujer le asegura que los paramédicos llegarán en cuestión de nada.

Mamá está muy alterada tratando de hacer que mi abuela despierte, pero no pasa nada.

Y yo no tengo la menor idea de qué hacer.

Fueron solo unos pocos minutos, pero para mí duraron una eternidad.

Mi tía salía y entraba de la casa, desesperada porque la ambulancia llegara.

Cuando escuché las sirenas, sentí que volvía a respirar. Pero al ver entrar a los paramédicos un nudo se instaló en mi estómago.

Y no fue hasta verlos sacarla en la camilla que capté lo que estaba sucediendo. Mamá estaba llorando en silencio cuando me pidió traer su bolso, tomé el de mi tía Lisa también y salí al auto, donde me esperaban.

Tulipanes para GinaWhere stories live. Discover now