Capítulo 44 Llyr (3).

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Sintió su cuerpo temblar por el toque frío de la barrera contra su figura.

Un suave tono dorado envolvió cada rincón de su cuerpo una vez que la atravesó por completo.

El mundo a su alrededor, que antes parecía detenido en el tiempo, comenzó nuevamente a moverse, fue como si todos sus sentidos se hubieran activado al mismo tiempo.

La habitación, que antes estaba vagamente iluminada, ahora resplandecía cuando la luz que entraba desde las ventanas, se reflejaba en los objetos dorados a su alrededor.

Las aves, de patas largas, se movían lentamente de un lado a otro, llevando algunos de los objetos de oro.

Lottie escuchó el murmullo de la chica que permanecía de rodillas en el suelo con la cabeza tan agachada que su nariz tocaba el piso frío y caminó hacia ella.

Notó una pila de artilugios cuidadosamente amontonados a un lado de su cuerpo.

El niño sentado en el trono blanco lucio aburrido mientras miraba a la mujer que le hacía reverencias. Su cabeza apoyada en su mano mientras observaba sin interés hacia abajo a la persona que continuaba murmurando palabras que Charlotte no pudo entender.

Se acercó con cuidado.


— ¿... Hola?


Pero nadie respondió.

"Tal vez... ¿No pueden oírme?"


— ¡Ah!


Gritó sorprendida cuando el niño se puso de pie y estiró uno de sus brazos en dirección a los objetos que permanecían junto a la mujer en el suelo. Entonces cada uno de ellos abandonó su color característico y se volvió dorado. Las aves se acercaron y comenzaron a picotearlos, intentando ponerlos en sus picos y llevarlos a otro lugar.

Cuando cada una de las cosas que fue traída por la mujer desaparecio de la vista del niño, él hizo un movimiento con una de sus manos y la figura femenina se desvaneció dejando un rastro de polvo dorado a su paso.

Inmediatamente, otra persona de la larga fila, comenzó a subir por las escaleras.


— ¡BASTA!


El niño dio un pisotón tan fuerte que todo el sitio se sacudió a la vez que su voz resonaba haciendo eco en todo el templo.

Algunos pequeños pedazos de tierra cayeron desde el techo y las aves agitaron sus alas pareciendo reclamar mientras la voz del hombrecito terminaba de apagarse.


— ¡Es todo! ¡Estoy harto!


El chico, de cabello azul claro, volvió a estirar uno de sus brazos y un terrible viento se levantó, sacando a las aves y empujando a todas las personas en la fila hacia atrás, en dirección hacia algún lugar desconocido.

'¡Bam!'

Las enormes puertas blancas se cerraron de golpe. Dentro de la habitación silenciosa, solo se escuchaba la respiración agitada del muchacho.

El niño vestía una falda blanca que le llegaba hasta las rodillas. Un lujoso cinturón de preciosas telas y gemas doradas se ajustaba a la altura de sus caderas. La tela se amarraba en un nudo y caía entre sus piernas hasta un poco más debajo de su falda. Sobre su pecho desnudo, un montón de joyas brillaban como el oro cada vez que se movía. Arriba de sus hombros, una fina tela blanca se deslizaba cubriendo su espalda. Su cabello azul cielo, se derramaba suelto sobre sus hombros y en el punto más alto de su cabeza, una especie de corona hecha de oro con la figura de un sol, completaba su atuendo.

La única salida es amar al villanoWhere stories live. Discover now