-¿Te ha gustado la casa? - le interrogue. Me intrigaba un poco su regocijo.

-Es linda, cómoda, cálida. ¿Cómo no va a gustarme?

Y sin decir nada más, asentí y después me quede procesando sus últimas palabras. Me gustaba verla sonreír de esa forma, pero ahora mismo me preocupaba comenzaba a preocupar otra cosa.

-¿Y a ti?

-No. – dije inmediatamente. – No es lo mío vivir bajo… un montón de… madera.

-Me gustaría vivir aquí. – agrego y luego siguió con su enlatado. Sin mirarme. Adentrada en su cabeza.

Continuamos consumiendo hasta estar atiborrados de comida. No volví a tocar el tema. Como Agnes fue la primera en terminar, siguió con su recorrido y nuevamente la perdí de vista.

Seguí revisando el lugar. Quería buscar algo agradable aquí que me hiciera cambiar de parecer. Algo que pudiera hacerme desear tener la vida de un humano común. Pero nada. Si acaso me llamaba la atención el monitor que encontré en la estancia. Resultaba entretenido por algunos minutos, luego de no encontrar nada interesante en ella, me fastidié.

Al tomar el pasillo, unos ruidos me guiaron a una habitación, y al entrar encontré a Agnes con su rubia cabellera chorreada. Es genial que no pueda escuchar lo que pienso, ya que se enteraría que me gusta cómo le luce el cabello humedecido.

-Tienes que usar la ducha. Tiene agua caliente. Nunca me había bañado con agua caliente. ¿No es genial? – cada vez que decía algo, parecía estar todavía más complacida.

-Puedo soportar una ducha de agua fría. No le veo nada especial.

-¿Por qué parece que todo aquí te molesta? – pregunto, poniéndose en su modo serio.

-No todo aquí me molesta. Simplemente lo detesto. Las cosas de los humanos son tan…

-¿Qué? – reclamo ella antes de dejarme terminar.

Me detuve antes de soltarle que no pensaba de igual manera. Solo debía aguantar unas cuantas horas más para que atardeciera y después regresaríamos al bosque. Eso es lo que habíamos acordado.

-Nada. – luego me deje caer en la cama enorme que había en la habitación.

Creo que de lo único que me arrepentí en todo este tiempo era no haber venido aquí antes. Era tan confortable que no pude evitar suspirar de gusto. Acepto que lo único que hasta ahora podría llevarme conmigo seria esta cosa.

-¿Te gusta? – quiso saber, cambiando por completo su semblante al de antes.

-Ven aquí. – dije y palmee a un lado mío sobre la cama. – Tienes que verlo por ti misma.

Return (en edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora