27. TÚ

2.3K 350 216
                                    

ADVERTENCIA DE CONTENIDO

ESTE CAPÍTULO ABORDA TEMAS SENSIBLES COMO LA DEPRESIÓN, EL DUELO Y EL SUICIDIO. POR FAVOR, LEER CON PRUDENCIA.


Han pasado tres semanas desde la segunda marcha, Joel, y estoy a punto de dar un paso importante para comenzar mi escalada hacia la cima del precipicio en el que caí. Es importante para mamá, papá y Sarah que haga esto, me esfuerzo porque sea importante también para mí, intento vencer el miedo, ¿y si me dicen que tengo que olvidarte? Mamá dice que solo tengo que aprender a asimilar que ya no estás, pero, ¿cómo logro llegar a ese punto? Mamá dice que ahí me ayudarán a encontrar respuestas, sin embargo, sé que existe el riesgo de que esas respuestas no me gusten del todo, no me culpes por tener miedo.

Es papá quien conduce y eso me da tranquilidad porque su habitual silencio es el cómplice que necesito. Me gusta cuando papá es el responsable de no dejarme solo y la forma que utiliza para hacerme saber que está ahí: él suele sentarse a mi lado, me mira, toma mi mano, la aprieta y no la suelta hasta que me quedo dormido. A veces pone una de esas películas de terror que a mí dejaron de gustarme, pero que a él no han dejado de encantarle, algunas ocasiones las vemos, en otras tantas fingimos que las vemos, todo depende del día, lo que importa es que él está ahí, a mi lado; también suele invitarme a correr al parque por las mañanas, hay días que decido acompañarlo porque es lo que necesito: correr en completo silencio sin pensar demasiado. Otras mañanas solo niego y papá lo acepta sin rechistar, me da un beso en la frente y se va.

Mamá en cambio suele confrontarme, no la juzgo, sé que es su papel, que es lo que tiene que hacer, pero no siempre es lo que necesito. A Sarah acudo cuando quiero llorar, cuando decido quebrarme, los días que me apetece hablar sin tapujos de ti y lo que fuimos, ella lo entiende, revive las memorias a mi lado y llora conmigo; tal como sucedió ese fin de semana que pasamos en la casa de playa de los abuelos, ese par de días Sarah y Gonzalo me ayudaron a llorar y sacar todo esos sentimientos que me asfixiaban, fueron los días en los que no me dio miedo ser sincero, los días en los que dejé de flotar en ese suspenso exasperante y por fin caí, toqué fondo.

Ese par de días hablamos mucho sobre ti, la última tarde Sarah comenzó un juego que, aunque entre lágrimas, me hizo sonreír:

—¿Recuerdas la vez que todos los del colegio fuimos de excursión y a Joel casi lo deja el camión en medio de la nada porque no aguantaba las ganas de ir al baño y tuvo que hacer sus necesidades en el monte? —rememoró Sarah con una media sonrisa en el rostro.

—¿Recuerdan el concierto de Jesse & Joy al que fuimos y como el fuerte crush que Joel tenía por Jesse lo hizo sobornar a un guardia de seguridad para obtener un autógrafo y una fotografía? —rememoré también mientras me limpiaba con el dorso de la mano las lágrimas que descendían por mis cachetes.

—Sí, lo recuerdo —dijo Gonzalo al tiempo que hacía el viaje al pasado junto a nosotros—. ¿Recuerdas lo celoso que te pusiste, Darío? Porque yo lo recuerdo muy bien.

—Es Jesse, mis celos estaban justificados —me defendí.

—¿Recuerdan cómo Joel era una rockola andante y fuera cual fuera la canción que sonara en la radio siempre se la sabía? —volvió a rememorar Sarah y su mirada se perdió en el mar, o en la nada, o en ti, quizá mi hermana también evocaba aquellos días que vivimos en esa playa junto a ti, tal como yo lo hacía. Te sentíamos ahí, junto a nosotros, Joel.

—Ustedes no lo recuerdan porque esta memoria me pertenece solo a mí —expresó Gonzalo con voz calma y la mirada tan pérdida y centrada a la vez, como las nuestras, él no en el mar, sino en el cielo—. El día que me presentaste a tus padres, Sarah, tú y Darío fueron a la cocina por algo y Joel y yo nos quedamos un momento a solas en el jardín, él estrechó su mano conmigo y se presentó formalmente, luego me dijo a susurros: «Darío me cambió la vida y Sarah también cambiará la tuya, es una chica estupenda, pero ese par suelen unirse contra mí y no hay quien les gane, me alegra que Sarah se haya conseguido un novio, ya no estaré tan solo cuando se trate de llevarles la contraria».

Tú, yo, anarquíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora