21. ANARQUÍA

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Le había mentido.

Tal y como él hizo las últimas semanas, le mintió, pero esta era una mentira necesaria, quizá la mentira de Darío también lo era, ahora Sarah lo entendía mejor que nunca.

Sarah no durmió en casa de Karina como le dijo a Darío, durmió, no, dormitó en casa de Marina; sus padres también mintieron, no salieron de la ciudad, pasaron la noche junto a ella, junto a la madre del chico de la sonrisa tímida que se volvió parte de la familia al convertirse en inseparable de Darío y en confidente de ella, de Sarah: un mejor amigo, un chico con el que aprendió a conocer a su propio hermano, mientras Joel, aprendía a conocerlo como amigo y pareja.

Ya había llorado casi toda la madrugada luego de que sus padres y Marina le contaran cual era la situación de Joel. Desde que su papá la llamó y le dijo que la necesitaban, pero que Darío no podía enterarse, no aún, entonces supo que algo pasaba, algo grave. Sarah había durado cerca de cuarenta minutos en la ducha intentando que la hinchazón en sus ojos no se notara, los resultados no fueron tan satisfactorios, sin embargo el maquillaje fue de gran ayuda; aún estaba en etapa de negación, no obstante, el recordar la mirada de Marina hacía que la realidad le cayera como balde de agua fría en la espalda, su corazón era una ciruela pasa de lo contraído que se encontraba, como si alguien le hubiese abierto el pecho y le apretara su órgano vital con saña. Sarah tenía miedo de que, en cuanto viera a su hermano, se destruyera por completo la coraza que construyó para protegerlo a él y protegerse ella, pero tenía que sacar fuerzas de donde fuera necesario, por su hermano, por Joel, por sus padres, por Marina y por ella misma.

Ahora, Sarah está de regreso en casa, a ella le pertenece la responsabilidad de llevar a Darío al hogar de Marina, son las 06:50 de la mañana, pero es que Sarah no podía durar ni un segundo más dentro de la casa de Joel; se despidió de sus padres desde que el reloj marcó la cinco de la mañana y condujo por la ciudad durante más de una hora para aclarar su mente. Su hermano aún debe estar dormido, pero ella no pretende despertarlo, solo quiere tumbarse a su lado y abrazarlo hasta que despierte.

El carro de Darío está estacionado justo en frente de la casa, Sarah se estaciona detrás de él. En cuanto entra, ella se sorprende porque la casa está impecable, no hay señas de que su hermano haya comido o cenado, de lo contrario el fregadero estaría lleno de trastes sucios, si hay algo que su hermano odia, es lavar trastes. Puede hacer cualquier labor domestica menos esa, o es que quizá, el estado de ánimo de su hermano es tan volátil que, para matar el tiempo a solas, ha hecho lo impensable: lavar trastes.

Sarah sube las escaleras despacio para no hacer ruido, llega al pasillo que conduce a las habitaciones de la planta alta y, de pronto, siente más frío de lo habitual, camina por el lugar y se da cuenta de que, el frío se debe a que, la puerta de la terraza está entreabierta, así que pasa de largo por la habitación de su hermano para ir a cerrarla. Sarah sube los escalones necesarios y, en cuanto llega a la terraza, da un vistazo: hay un montón de colillas de cigarro tiradas por el suelo, una botella de vodka consumida más allá de la mitad y un envase de jugo de arándanos vacío; Sarah resopla, se lleva las manos a la cabeza y piensa lo peor, baja las escaleras de prisa y cuando llega a la puerta de la habitación de su hermano, se detiene por unos segundos hasta que se decide y abre la puerta despacio, la luz del pasillo ilumina con discreción el interior, entonces los ve, Darío no está solo, Gonzalo lo acompaña: está al lado izquierdo de la cama, acostado bocarriba, con una mano en la frente y la otra sobre su pecho, duerme solo en ropa interior como siempre lo hace, por más frío que haga. Darío está a su lado, le da la espalda y abraza la almohada que lo ha acompañado desde niño; Sarah ha dormido infinidad de veces con ambos, sonríe al verlos tan iguales, tan fieles a sus manías a la hora del sueño profundo.

Tú, yo, anarquíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora