1. TÚ

20.8K 2.2K 1K
                                    


Hoy es tu cumpleaños y mañana el día en el que se te hará justicia.

Hoy marchamos por ti, gritamos por ti, luchamos por ti y mañana nuestros pasos serán tus pasos, nuestra voz será tu voz y nuestra ira, tu redención.

«¿Puedes escucharme, Joel?».

Todos los días me hago las mismas preguntas: si puedes escucharme, si puedes sentirme, si puedes pensarme.

Yo no he dejado de escucharte, tu voz a los pies de mi ventana para apresurarme porque, como siempre, se me ha hecho tarde para ir al colegio, no deja de retumbar en mis tímpanos; tampoco he dejado de sentirte, a veces me estremezco cuando recuerdo como acariciabas mi cuello y despeinabas mi cabello; mucho menos he dejado de pensarte, no importa lo que haga, no importa que Sarah intente distraerme de mil maneras distintas, no importa que mamá me hable y me hable una y otra vez aunque no tenga nada que decir, no importa que esté en el letargo de mis sueños, tú siempre estás ahí y siempre estarás, te lo prometo.

Han pasado casi tres meses desde esa noche, ¿recuerdas lo nervioso que estabas, Joel? Yo no he podido olvidarlo: aquella fue la primera vez que ambos nos atrevimos a ir a un antro; por la tarde llegamos a mi casa luego de pasar todo el día juntos, acabábamos de hacer el amor una hora antes en la parte trasera de mi coche, nunca has sido bueno en disimular, y tu risa y movimientos nerviosos te delataban. Mamá te miró con extrañeza y esa cara de seria que pone cuando quiere obtener verdades, esquivaste su mirada curiosa y fijaste tus ojos en los míos en busca de auxilio, mamá soltó una de sus características y sonoras carcajadas, te dedicó su sonrisa más genuina, te acarició la mejilla, te beso la frente, te guiñó un ojo y se dio la vuelta; solo hasta entonces dejaste de temblar y yo me reí de ti, Joel. Ahora mismo tengo una sonrisa en mi rostro al recordarlo, solo que tú no puedes verla.

Nunca te lo dije, pero mamá supo que teníamos sexo desde la primera vez, a ella no podía ocultarle nada, ella había encontrado la forma de siempre intuir lo que me pasaba, lo que nos pasaba: a mí, a Sarah, a mi padre, a ti; y no de una forma intrusiva y molesta, sino como parte de ese espacio seguro y de confianza que había creado para nosotros, tener una madre psicóloga tiene sus beneficios, poder sincerarme con ella a plenitud siempre ha sido mi mayor consuelo, el lugar al que siempre vuelvo, la única certeza que tengo aunque..., aunque ahora mismo no esté funcionando del todo.

Joel, no te conté esto porque sé cómo te hubieras puesto: no hubieses entrado a mi casa nunca más, ni tampoco hubieses podido ver a mamá de nuevo a la cara, bueno, sí, sí, exagero un poco, al final de cuentas, mamá también se convirtió en tu refugio de cierta forma y a mí jamás me hubieses abandonado, pero es que solías llevar tu vergüenza a niveles extremos, aunque he de decir que los últimos meses mejoraste bastante respecto a tu seguridad, eso me entusiasmó, ¿sabes? Sin embargo, sé que con eso no hubieses podido y te entiendo, ver a mamá documentándose sobre el sexo gay y luego dándome lecciones fue bastante incómodo, cuando un día puso una caja de condones sobre mi colchón y de una bolsa sacó un dildo, salí corriendo de ahí y no volví en todo el día.

Mamá también te extraña, Joel. Y sé que te visita todos los días y ayuda a tu mamá a que asimile y afronte lo que sucede, puedes estar tranquilo en ese aspecto, mis padres no la han dejado sola ni un solo momento más que en los instantes que saben que es necesario que lo esté. Yo, Joel... yo te he fallado y te pido perdón, no he estado al lado de tu madre, no he cruzado palabra con ella, no puedo mirarla a la cara, lo siento, lo siento, lo siento tanto.

¿Tú puedes recordar esa noche, Joel? Espero que no, ojalá que no, sería mejor si no lo hicieras para que, cuando despiertes, tú, yo, podamos tener un nuevo comienzo. Yo, Joel, yo tengo que recordarlo, tengo que revivir ese momento exacto, tengo que regresar a ese 23 de marzo y revivir cada detalle. Si tú llegas a recordar algo de aquel día de marzo, ansío que puedas fragmentarlo, que en tu memoria solo estén esos momentos en los que te vi desbordante de entusiasmo, de deseo, de satisfacción: como cuando junto a mamá, papá y Sarah me despertaste mientras cantaban las mañanitas y tú cargabas una bandeja con chilaquiles verdes hechos por ti mismo; cuando todos rieron porque Sarah me estampó en el rostro el pequeño pastel que papá con tanto esmero había hecho para mí; cuando mis papás y mi hermana nos dejaron solos y tú limpiaste el betún de mi rostro con tus dedos y me miraste de esa forma que hacía que me derrumbara y no pudiese hacer nada contra ti; cuando me besaste con tanto afán que el café terminó derramándose por todas mis sábanas; cuando juntos cantamos Paradise de Coldplay a todo volumen mientras yo conducía por la carretera rumbo a la montaña; cuando tuvimos esa charla sobre nosotros, lo que éramos y las compatibilidades de nuestro futuro; cuando susurraste mi nombre y yo el tuyo en medio de jadeos; cuando por culpa de tu nula capacidad para mentir mamá descubrió lo que habíamos hecho y tú te sonrojaste; cuando nos cambiamos de ropa en mi habitación y tú te pusiste esa camisa que te regalé la navidad anterior y a mí me pareciste el hombre más bello del mundo; cuando volviste a besarme con desenfreno ante mi halago; cuando nuestras madres volvieron a llenarnos de piropos y nos tomaron decenas de fotografías; cuando en el antro sonó nuestra canción favorita y bailamos como si nadie existiera.

Recuerda eso, Joel, solo hasta esa parte del día, guarda esos momentos para ti y para mí, y cuando tu voz vuelva, relátame desde tu perspectiva el que había sido el mejor día de mi vida; cuando tu mirada vuelva, hazme saber a través de tus ojos que fuiste tan feliz como yo lo fui; cuando tu tacto vuelva, entrelaza tus dedos con los míos y no me sueltes, nunca más vuelvas a soltarme.

«Feliz cumpleaños, Joel».

Mañana es la primera comparecencia de tus agresores, mañana serán imputados, luego de casi tres meses de burocracia, excusas e indolencia, por fin mañana es el día. Hoy hay una marcha principalmente por ti, pero también, por todos nosotros a la vez, porque ya estamos cansados, porque, ¡ya basta! Quédate con los buenos recuerdos de aquel 23 de marzo que yo me encargaré de contarle al mundo lo que ocurrió después, yo seré tú y reviviré con inclemencia todo lo sucedido, no importa que duela tanto, pelearé con uñas y dientes por ti, de eso no tengas duda, porque cuando despiertes quiero que este sea un mundo mejor, porque no te merecías lo que te hicieron, lo que nos hicieron.

Honraré tu historia, mi historia, nuestra historia. 

 

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
Tú, yo, anarquíaWhere stories live. Discover now