-Sabes que no necesito que me lo digas ¿verdad? – le confesé fríamente.

Estábamos en el comedor. Eran las siete de la tarde y Hanz y Katy recurrían a cenar normalmente a esa hora. Este tosió cuando estaba tomando una botella de agua, como si estuviera atragantándose.

-Tómalo con calma, hombre. Sabes que yo no tengo idea de que horarios le haya implantado Carvin. Lo único que sé, es que ella sigue aquí.

Frustrado y cansado de no hallar la manera de cómo dar con ella. Resople y bufe incontables veces por la estúpida situación.

-Yo no puedo ayudarte mucho. Katy no ha querido decirme nada. Y creo que al igual que todos nosotros, también esta falta de conocimiento sobre ello.

-Esto es una reverenda mierda. – dije furioso, golpeando la mesa con el puño.

-Tómalo con calma. Si te soy sincero, yo mismo la he visto muy poco. No sé si Carvi este entrenándola por su cuenta. A mi apenas y me dirige la palabra.

-¿A qué te refieres? – pregunte intrigado.

-No hablamos mucho. Parece muy cambiada. No sé lo que sucedió ahí adentro, ni que tantos problemas tengan como para que no quiera que la busques, pero pareciera como si estuviera tan distante, tan exhorta en su cabeza. Ni Katy, ni yo, hemos podido saber que le sucede. Creo que el único con el que habla es con el tipo con el que llego aquel día. Cory, creo que lo llaman.

La única mención del idiota me sulfuro más. Me maldecía a mí mismo por haber recurrido a ese bastardo. ¿Por qué demonios se me había ocurrido tal estupidez? Ahora estaba consiente que todo lo que hice había sido un total error.

Estaba harto de tener que mendigar su paradero. Y Carvi estaba tan determinado a ayudarla, que ni siquiera me daría la más mínima pista.

Me levante de ahí y camine hasta el núcleo, más bien, a la oficina de Carvin. Si no podría obtener respuestas mediante él, tal vez podría encontrar algo de información dentro de sus gavetas.

No tarde ni diez minutos en llegar hasta su puerta. Al inicio, di unos golpes para cerciorarme que no hubiera nadie. En efecto, nadie contesto al llamado. Forcé la puerta con mi antinatural  fuerza y esta se abrió de inmediato.

Ya dentro, recorrí todos los cajones, archiveros, y lugares en donde pudiera guardar información importante. Nada. No encontré nada en un ningún lugar que hablara de ella.

-¿Qué haces aquí? – pregunto Carvin, sobresaltándome. Estaba tan concentrado que no lo escuche entrar.

-¿Qué te parece que hago? – le respondí de mala gana para después continuar buscando sin importarme el que estuviera ahí.

-Olvídalo, Tyler. Lo que sea que busques, no lo encontraras. – confeso con prepotencia y se cruzó de brazos mientras observaba desde la puerta.

Me detuve en mi tarea y le ofrecí mi peor mirada. Si no fuera consciente de mis acciones, ahora mismo le patearía el trasero. No me quedo más que cerrar con todas mis fuerzas el cajón del archivero para calmar mi cólera.

-Entonces dime de una maldita vez donde está. – le ordene. Este frunció el ceño y me devolvió la misma versión de mirada que le había proporcionado, pero sin causarme ni un cosquilleo, claro.

-¡Maldita sea! Esto se está volviendo cada vez más imposible. – comenzó su camino hacia dentro. - ¿Qué demonios te sucede? Todo lo que has hecho desde que llegaste, es exigir y gruñir como un completo idiota. Con este temperamento que usas ahora ni siquiera se puede conversar.

-¡Dime de una jodida vez en donde está ella! – volví a demandar.

-Estoy intentando ayudarlos a ambos y tratar de… - comenzó a explicar, pero le interrumpí.

Return (en edición)Where stories live. Discover now