Pequeño Gangster (Vkook)

Atrevimiento

Taehyung estaba confundido, aturdido y aún así su sentido sexual al tope, teniendo a Jungkook frente a él besándole con alevocia, sin dudar le tomó por su cadera, dandole permiso a que su esposo siguiera cortejandolo.

El ánimo de Jungkook no decaía, ambos estaban en un embriagante extaxis de besos apasionados, entre sus labios carnosos palpitantes de tanto ser succionados y el cuello de Taehyung enrojecido por los arrebatos de un caliente esposo.

Taehyung decidió cargarlo, posicionándolo en sus caderas para levantarlo de aquel frío piso, con tal fuerza que Jungkook se aferro con sus piernas y a su cuello, la atmósfera al tope en temperatura ardiente, lo aprisionó siendo llevado contra la pared.

Era como si cada centímetro de su esposo fuera un manojo de piel tersa y delicada, la sensación de pasar cada yema de sus dedos por debajo de esa entorpecida prenda, le quemaba.

-Quitame esto- Jungkook torpemente y sin dejar de besarlo, trataba de arrancarse la camisa blanca en seda que se había puesto esa noche, Taehyung como podia iba arrancando cada botón con tal arrebato, haciendo que él pecho de su esposo quedara al descubierto, ahora podia tocar más, viró hacia su izquierda, aún cargandolo, tomándolo ya por su lindo trasero, lo deposito en la cama, se habían separado un poco dando ventaja a que Taehyung se quitara por completo su camisa color tinto, descubriendo a su vez el siper de su pantalón casual color beige, esos boxer con la marca de kalvin en negro y su miembro ya endurecido hacia que la vista fuera aquello que Jungkook estuvo esperando por mucho tiempo.

La camisa de Jungkook tambien había sido retirada unos segundos después, Taehyung se inclinó hacia con el, posicinadose frente y arriba a la altura de su cara, le miraba con lujuria, había encontrado su lado sexual desbordado y a estas alturas ya no podia parar.

-¿estas seguro que quieres esto?- sabiendo que quizás su lindo gangster diría que no en cualquier momento, le era algo excitante saber que si se negaba podría arremeter en contra de su voluntad.

Pero para su buena suerte Jungkook estaba en una posición sumisa, no quería hecharse para atrás.

Le tomó por su cuello, pasando ambos brazos de cada lado, y le besó nuevamente, era la respuesta a su pregunta.

Taehyung bajó ambas manos, por la cintura curveante de su querido esposo, tocando finalmente él filo de su pantalón, buscaba el botón que le permitiera dar paso a quitárselos y asi lo consiguió, había encontrado la puerta al cielo.

En un arrebato de pasión y desesperación, jaló para así dejar al descubierto por completo el cuerpo desnudo del Joven Jeon.

Tenia que darse su deleite, se hizo un poco hacia atrás despejándose de aquel cuerpo carnal, la vista era maravillosa, esa piel tersa, fina, sedosa al cual habían esculpido con algunos tatuajes en su brazo derecho y en un costado de sus costillas, era como si quisiera saber más de lo que alcanzaba a ver cada que se cambiaba en frente de él, su cuerpo estaba siendo escaneado para no quedarse con las ganas de encontrar mas tatuajes ajenos, cada uno de ellos tendría que ser violado por sus delicados labios, y claro estaba que empezó por uno que tenía en la ingle parte interna, ese acercamiento de su boca hacia ese lugar tan sensible hizo que el azabache se retorciera en placer, tapando su boca para no dejar salir un quejido audible y voraz.

Ambos se deseaban, era necesario a tanto tiempo de abstinencia, sus cuerpos estaban siendo consumidos como si se tratara de una droga altamente adictiva, era demasiada pasión y demasiado deseo el que se habían tenido por tanto tiempo, ambos estaban envueltos en un mar de salvajismo y desesperación.

Pero alguno tenía que guardar la compostura, y este era Taehyung, su cortejo hacía que Jungkook cayera en la bajeza de pedirle que le tocara más, cada parte de su esposo estaba siendo parte de su territorio, era agonizante para el azabache estar siendo tocado y besado en cada rincón de su cuerpo, su vientre palpitaba, haciendo que de su entrada saliera un liquido transparente, estaba a un punto de la enajenación, volviéndose loco por ser traspasado.