21: interrupción

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«¡La re puta madre que te recontra parió, Crespo! ¡¿Ahora?! ¡¿Ahora nos tenés que interrumpir?! ¿Justo cuando Nahuel iba a hacer algo?» lo puteó internamente Máximo.

—Chicos, ¿qué...? —Hernán Crespo se quedó mirándolos; era obvio que había visto que Nahuel estaba por hacer algo.

Los dos chicos lo miraron bastante mal. Nahuel, tratando de juntar paciencia para no mandar a la mierda a uno de los amigos de su viejo, le dijo:

—Si te vas nos harías un gran favor, Valdeanito.

—¿Para chapar tranquilos? Claro.

—Hernán, vos no estuviste hablando hace poco con el tío Javier, ¿no? —le preguntó Nahuel.

Hernán sonrió inocentemente. Nahu lo puteó.

—Ah, y por las dudas: nunca nos besamos. Menos chapamos —le dijo—. Max se mordió el labio cuando el tío nos encontró, y malpensó todo.

—Suele pasar —dijo Crespo—. Qué Javi malpiense todo, y que empiece con los shipps. Lo sé por experiencia —se le escapó.

Nahuel chifló.

—¡Epa! ¿Con quién, Hernán? ¿Con Juampi o con papá? —preguntó.

—¡Ezequiel! —lo retó el mayor.

Nahu reía.

—¿Qué? Escuché banda de veces al tío Ariel y a Enzo cargarlos a vos y a Juampi. Que eran... son, pareja; qué no sé que más; qué esto, qué lo otro —se defendió, ante la mirada asesina del mayor.

Hernán, furioso, entró adentro y su gritó se habrá escuchado hasta China:

—¡¡ENZO FRANCESCOLI URIARTE Y ARIEL ARNALDO ORTEGA!! ¡¿QUÉ MIERDA HABÍAN DICHO SOBRE JUAMPI Y YO?!

—Uy, lo que provocaste, Nahuelito: se re calentó —le dijo Maxi.

—Mejor, así no molesta por un buen rato —le quitó importancia Nahuel.

Luego se sentó casi pegado al menor, ya que se había alejado para hablar con Crespo. Maxi reprimió una sonrisa. Apoyó su cabeza en el hombro del mayor y lo abrazó por la cintura.

Nahuel sonrió y le besó el pelo. Se separó un poco de él, para disgusto de Maxi. Luego se acostó en el pasto, y le hizo una seña a Máximo. Éste entendió, y se acurrucó en su pecho. Nahu le pasó un brazo por la cintura; con la otra mano le acariciaba el pelo, de esa manera, esa que a Maxi le gustaba. Máximo suspiró, cerrando los ojos. A Nahuel no le importó nada en ese momento, no le importó si los veían así, ni si sus padres se enteraban de que no estaban. Sólo se concentró, en ese momento, en disfrutar de estar de esa manera con su mejor amigo. Suspiró levemente y sonrió con ternura; Maxi era muy tierno, y más cuando estaba así: con los ojos entrecerrados y con una sonrisita en los labios, acurrucado en su pecho, agarrando suavemente su remera.

Nahuel lo miró detenidamente, por milésima vez desde que admitió para sí mismo sus sentimientos hacia su mejor amigo, sentimientos que no deberían existir. No podía sentir algo así hacia el menor, es que... ¡Eran mejores amigos, casi hermanos! No podía, no debería, sentir algo más allá de amistad por Máximo Barros Schelotto. Pero sus sentimientos habían traspasado la barrera de la inocente amistad, de a poco. Recordaba los primeros "coqueteos" que se hacían; eran simples juegos para ellos, y así fueron acostumbrándose al contacto físico con el otro, a estar siempre juntos. Incluso a situaciones así o parecidas, y todo por los inicios de sus coqueteos, inocentes...
Por eso, ya no les incomodaba estar así entre ellos, o en el regazo del otro; en realidad, eso había pasado más de una vez, normalmente cuando miraban alguna película, ya sea en el living de la casa de cualquiera de los dos cuando nadie estaba, o en sus habitaciones, estando solos, sólo entre ellos.

Y todo había empezado cuando Máximo tenía 13 años... Hacía cuatro años había empezado todo ese juego permanente de los coqueteos y boludearse entre ellos. Y seguía. Y hacía tres años y pico que Nahuel había empezado a desarrollar esos sentimientos prohibidos para con Máximo; hacía tan sólo un año que los había aceptado... Y, a pesar de haberlos aceptado, sabía que no podía sentir cosas así por su mejor amigo. Eran amigos de toda la vida, prácticamente desde que Máximo era recién nacido. ¡No podía estar enamorado de él!

Inconscientemente, apretó a Maxi contra él, buscándolo, buscando tener más contacto con su amigo. Máximo suspiró suavemente, disfrutando de estar entre los brazos de su mejor amigo, de su crush. Sonrió y apoyó la cabeza entre el cuello y el hombro del mayor. Por un segundo tuvo miedo de que Nahuel lo apartara, pero éste susurró algo que Max no alcanzó a entender, y lo abrazó con ternura.

«Nahu, te amo» pensó Maxi, repitiendo en su cabeza lo que pensaba siempre que veía a Nahuel.

—Te amo —musitó inconscientemente. Se le escapó.

«¡La re puta madre! ¿Cómo mierda puedo cagarla así? Me va a matar, me va a odiar...» pensó aterrorizado Máximo.

—¿Dijiste algo, Máximi? —le preguntó Nahu.

Maxi se relajó un poco y dijo:

—No, nada.

—¿Seguro? Mirá que estabas re nervioso hace cinco segundos —dijo Nahuel. Estando al lado de Maxi así, podía notar fácilmente cuando el menor se tensaba o algo. Pero eso de descubrir con extrema facilidad sus emociones, era algo que sólo podían hacer entre ellos. Nadie más podía, ni siquiera sus padres, averiguar tan fácilmente sus emociones.

Y Maxi se odió por dejar notar ese nerviosismo inconsciente. Se había olvidado, con los nervios, de que Nahuel lo descubría rápidamente. Suerte que se creyó eso, sino no sabría que hacer...

La fiestaWhere stories live. Discover now