27: ocultando

215 13 71
                                    

—Si ellos se dan cuenta de lo que pasó, nos matan —le dijo Nahuel.

—Te matan a vos —dijo Maxi—. Bah, mi viejo te mata.

Nahuel asintió, entre divertido y temeroso.

—Ya sabés lo que tenés que hacer —le dijo.

—Sí, sí, vos lo decís como si fuera tan fácil —gruñó Máximo—. No es taaaan fácil que papá y el tío no se den cuenta de que casi no puedo caminar.

—No exageres, tampoco te dejé inválido —dijo Nahu.

Casi —puntualizó Max.

—Estás exagerando, Max.

Maxi negó. ¿Lo había disfrutado? Obvio, pero... ¿Cómo carajo hacía para que su viejo no se dé cuenta?

—¡Chicos!

Los aludidos se miraron, con miedo.

«Cagamos» pensaron.

Gustavo y Javier estaban mirándolos: era claro que los esperaban.

—Si nos escucharon... —dijo con miedo Nahuel.

—Lo dudo —susurró Maxi.

Ambos se acercaron a sus tíos.

—Che, primero, ¿qué les pasa que están tan despeinados? —les preguntó con burla Javi.

—¿Por? —dijo Nahuel.

«La puta madre» pensó.

—Chicos —les dijo pícaramente Gustavo—, si hicieron algo nos pueden contar tranquilos que no vamos a decirles nada a Marce y Guille.

—Pero ¡callate! —exclamaron sus sobrinos.

—Nahu, seguime un segundo —le dijo Gustavo, casi en tono cómplice.

Maxi y Javi se quedaron solos; Máximo tenía miedo de que Javier se diera cuenta de lo que había pasado entre ellos. Saviola sonrió con burla y le acomodó un poco el pelo a Maxi.

—¿Qué tal fue tu primera vez? —se rió.

—¡Callate, tío, no pasó nada! —casi gritó Máximo.

—Dale, Max, me di cuenta.

Max lo miró asustado.

—Máximo, contá tranquilo, eh. Ya le dije a Nahuel hace un par de horas: contá tranquilo que el tío Javier no va a decir nada.

—Posta, tío, él y yo no hicimos nada —murmuró Barros Schelotto, buscando a Nahuel con la mirada.

Nahuel estaba con Gustavo. Gustavo se apoyó contra la pared, mirando a Nahuel con seriedad.

—Nahuel, ¿ustedes dos cogieron, no? —le preguntó directamente.

—¡No! —negó Nahuel.

—Dale, Nahu, no sé si fue mi imaginación pero me pareció que Maxi cojeaba un poco. Che, ¿te digo algo?

Nahu lo miró intrigado: ¿qué le quería decir?

—Cuchame bien —su tío se le acercó y le susurró—: tené más cuidado la próxima vez, eh. Los vamos a cubrir esta vez, y roguemos que tu padre y Guille no se den cuenta. Pero más cuidado con mi sobrino la próxima.

—Boeh, no es mi culpa que él... —Nahuel se detuvo justo a tiempo, pero Gustavo sonrió victorioso.

—Contá —le dijo—. ¿Cómo fue? ¿Qué le hiciste? ¿Quién empezó?

—¡Basta! —se quejó Nahuel.

—No sé si por qué pregunto —comentó Gustavo—, si Maxi no puede ni caminar, medio obvio cómo fue... —esbozó una sonrisa pícara cuando Nahu lo miró mal, y muy sonrojado—. ¿La primera vez, no?

—Que te importa —le espetó Nahuel.

—Voy a tomar eso como un sí —dijo Gustavo—. Lo hiciste mierda, creo —se rió.

—Como le dije a Maxi: no exageres, tampoco lo dejé inválido —se le escapó a Gallardo.

Gustavo se cagó de risa y el chico lo miró sonrojado.

—Gustavo —dijo—. Hagas lo que hagas, no les digas a ellos sobre ésto, porque el tío Guille va a matarme.

—Tranqui, sobrino, no va a pasar nada, no les voy a decir —dijo Gus.

—¿Posta? —Nahuel, al conocerlo, no se lo creyó mucho.

—Lo prometo —prometió Gustavo.

Nahuel suspiró, pensando:

«¿En qué me metí?»

Se fue casi corriendo hacia Máximo, mientras Javi y Gustavo se miraban. Apenas los chicos se fueron, ambos se rieron.

La fiestaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora