6: Guillermo y Marcelo (parte 1)

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—¡Guille! —lo saludó su amigo, Marcelo Gallardo, cuando lo vio.

—¡Marce! —dijo Guille, y lo abrazó.

—Hola, cuñado —se burló Gustavo.

Marcelo le dió un golpe en el hombro, sonrojado. Guille lo empujó.

—¡Cerrá el orto! —le dijeron ambos.

Gustavo rió.

—Ni una bromita se les puede hacer a ustedes —dijo luego de un rato, en el que los tres estuvieron caminando.

—Bueno, pero no te enojes —le dijeron Guille y Marce.

—Re ortiva sos a veces, ¿sabías? —añadió Guillermo.

—El ortiva sos vos, Guille —se defendió Gustavo—. Vos siempre sos el...

—¿Pueden dejar de pelear aunque sea por unas horas? —lo interrumpió Gallardo, fastidiado.

—Bueno, Marce —dijo casi enseguida Guille.

—Ja, te tiene dominado, Guille —se burló Gustavo.

Guille lo iba a matar, de no ser porque Marcelo le agarró el brazo y lo calmó. Gustavo aprovechó ese tiempito para alejarse, entre risas.

—Calmate, Guille —le susurró Marce.

Guillermo se calmó y, después de asegurarse que nadie los veía, apoyó su cabeza en el hombro de Marcelo, y cerró los ojos, disfrutando de las caricias en su pelo. Luego de unos minutos así, decidieron ir a buscar a Gustavo.

—Maxi me preguntó si podía venir, por cierto —comentó Guille, resistiéndose para no agarrarle la mano a Marce—. Ah, ¿viste la apuesta que hicimos con Román y Pablo? Ésa de Javi y Gusti...

—¿Por?

—¡La ganamos! —dijo Guille, chocándole la mano.

—¿Posta? —se emocionó Gallardo.

—Sip. Nos tienen que pagar —Guille rió maliciosamente.

—¡Vamo!

Unos minutos después, Marcelo, para asegurarse, dijo:

—Entonces..., ¿decías que nos tienen que pagar?

—Vi la cara de pelotudo de Gustavo, Marce, son re obvios —le respondió Guille, con una risita.

—Ahora el tema va a ser como mierda hacemos para que nos paguen.

—Una manera vamos a encontrar, pero para mí vamos a tener que obligarlos.. —empezó Guillermo.

—...con chantaje —terminó Gallardo.

Guille le chocó la mano, con una imperceptible sonrisa: seguían igual de "conectados".

—Ah, Guille —dijo Marce, luego de algunos minutos—, ¿habías dicho que Maxi quería venir?

—Sí —respondió Guille—. No me acuerdo bien que boludez me dijo, pero no le creí: vi que lo primero que hizo cuando se enteró de la fiesta, fue llamar a tu hijo. Para mí que quiere estar con él, sabés lo unidos que son.

—Mal, Nahu y Maxi son re unidos —le dio la razón su amigo.

«Como lo éramos nosotros antes» pensó Guille, con nostalgia.

—Vamos antes de que Gustavo llegue y nos mate —dijo al fin.

Escucharon que Gustavo les gritaba y, entre risas, salieron corriendo.

—Nos salvamos —rió Guille.

—Mal.

—¿Seguros? —de pronto, Gustavo apareció, con una sonrisa macabra.

Los dos amigos lo miraron, se miraron entre ellos y salieron corriendo.

Gustavo los alcanzó, pero ellos ya habían ganado. Escucharon un:

—Mientras papá y los tíos no se enteren... —era Nahuel.

Los tres se miraron y fueron dónde los jugadores de Boca y River.

—¿De qué no nos tenemos que enterar? —dijeron, a espaldas de Nahuel y de... ¿Máximo?

Los dos chicos los miraron un segundo. Luego agacharon la cabeza. Gustavo notó que Maxi se acercaba un poco a Nahuel.

—¿Qué hacés acá, Máximo? —le preguntó su padre.

Los tres vieron que Máximo le dirigía una mirada asustada a Nahuel. Lo que no esperaron era eso:

—Tío, dejalo a Maxi —dijo Nahuel de pronto, poniendo una mano en el hombro del menor—. No fue su culpa, fui yo el que le dijo que podía venir —el hijo de Marce agachó la cabeza luego de decir eso.

A pesar de lo que pasaba, Marcelo y Guillermo reprimieron una sonrisa: sus hijos eran muy unidos, e incluso se defendían entre ellos. Hasta se atrevían a defender al otro de sus padres. Si eso no es amistad, no sabían que era.

—¿Y por qué no me dijiste? —le preguntó Marcelo a su hijo, quien se quedó callado.

—Vengan —dijo Guille, y él, Marce, Nahu y Maxi se alejaron.

Gustavo los miró unos segundos, hasta que decidió ir con ellos para ver si su sobrino se quedaba o se iba. Aunque tenía la sospecha de que se iba a quedar. Si Guille no lo dejaba, Nahuel iba a intervenir y lo iba a convencer. Gustavo conocía demasiado a su hermano como para creer que algún Gallardo no lo iba a convencer con una carita de perrito abandonado; sea el que sea, y más si era Marcelo...o su futuro yerno.

La fiestaWhere stories live. Discover now