19: ¿Qué te pasa?

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Hernán Buján y Matías Biscay estaban charlando adentro. Marce y sus amigos se habían quedado afuera.

—¿Lo viste llorando? ¿Posta? —le preguntaba Mati a Hernán, refiriéndose a Javier Saviola.

—Sí. Me pareció medio raro —respondió Hernán—. Che, por cierto: no querías que fuera a ver qué pasaba, ¿no? —casi se burló—. ¿Tan preocupado estabas?

—¡Sos mi amigo! —se defendió Biscay.

Buján rodó los ojos.

—Eh, ¿no qué Nahuel y el hijo de Guillermo estaban adentro? —se preguntó de repente.

—Mejor que Guillermo y Marcelo no se enteren, que no quiero que los reten a los chicos —dijo Mati.

—Toy' seguro que se fueron por ahí —Hernán señaló el patio.

—¿Y si vamos? —sugirió Matías—. No para traerlos adentro, sino para ver qué hacen —explicó.

—Mmmh, ¿seguro, Matt? ¿Y si nos descubren? —dudó su amigo.

—¿Tenés miedo, Herni? —se burló Matías.

—¡No!

—Entonces vamos, dale —dijo Biscay, levantándose.

Hernán se estaba por negar, pero no pudo hacerlo al ver la carita que le hacía Matías. No se podía negar a eso.

—Ay, bueno... ¡Pero si nos descubren te hacés responsable vos! —aceptó finalmente.

Mati le extendió la mano, y Hernán, algo sonrojado, la agarró. Ambos fueron al patio, y Matías sonrió burlón al ver qué Maxi estaba en el regazo de Nahuel, y que éste le acariciaba el pelo. Hablaban casi en voz baja...

—Está bien —le decía Nahuel, como resignado.

—¡Vamos! —festejaba Máximo—. No te podés negar cuando hago esto, Nahuelito —se burló.

—¡Callate, Maxi!

Max rió. Nahuel, fingiendo enojo, trató de apartarlo. Al parecer, Maxi creyó que era enserio, y, decepcionado y algo triste, se levantó.

Mati y Hernán se miraron y se fueron rápido.

—¿Viste cómo estaban? —le dijo Matías.

—Sí, los ví —dijo algo escueto Buján.

—Eh, ¿qué te pasa? —le preguntó Biscay, notando el repentino bajón del menor.

—Nada, Matías —le respondió Hernán, casi cortante.

—Her... —dijo Mati, apoyando una mano en el hombro de Hernán.

Hernán se zafó y se fue.

—¡Hernán! —casi le gritó Matías, llamándolo—. ¿Qué le pasa? —se preguntó.

Fue a buscarlo. Lo encontró sentado en el mismo lugar donde estaban antes, aparentemente observando y vigilando a sus jugadores, pero, si lo mirabas bien, tenía la mirada perdida y un semblante algo triste. Perdido en sus pensamientos, no escuchó que Matías lo llamaba, y no se percató de su presencia hasta que el mayor se sentó a su lado y le apoyó una mano en el hombro.

—Herni, ¿qué te pasa? —le preguntó.

—Nada —dijo frío Buján.

—Leonel —dijo Matías. Ahí, Hernán lo miró, pero evitó lo más posible hacer contacto visual—. Decime, ¿qué te pasa? —intentó otra vez.

—Nada —repitió Hernán.

—Her, por favor. ¿Por qué no me decís, eh? ¿Qué te pasa? Vos no sos así, amigo, no entiendo. ¿Por qué estás así de repente? Antes de ver a los chicos estabas re bien... —Hernán lo interrumpió:

—¡Basta, Matías! ¿Qué te importa?

Algunos jugadores que justo pasaban por su lado los miraron, y notaron que el Pity le susurraba a Pavón algo, pero no escucharon qué.

—¡Sos mi mejor amigo, Hernán! ¡Obvio que me importa! —replicó Matías.

Hernán se levantó y se alejó.

—¡Hernán! —lo llamó Matías, de nuevo, sin éxito—. ¡Her!

Matías suspiró y se levantó. De pronto, no entendió por qué hacía eso: por qué lo seguía a Hernán de esa manera, si nunca había sido así, así de... pesado. ¿Qué pasaba? Y ¿por qué Herni se había puesto así de repente? Sacudió la cabeza y decidió seguirlo de todos modos. Después vería...

—Her.... ¿Estás bien? —el ayudante del DT de River se sorprendió un poco al ver así a su amigo: estaba medio lagrimeando.

—S... sí, Matías. No... no importa, dejame en... en paz —susurró Hernán.

Matías no le hizo caso; al contrario: se sentó a su lado, y trató de abrazarlo. Buján se apartó.

—Basta, Matías —le dijo.

—Her, ¿por qué estás así? —le preguntó con suavidad Mati.

—So.. sólo dejame tranquilo por lo menos un rato, Matías —dijo cortante el otro.

Mati reprimió una nueva de dolor ante las palabras de Hernán. Algo le pasaba, eso era obvio. Hernán no era así, y parecía a punto de mandarlo a la mierda. Buján nunca le diría que se vaya, nunca; no su amigo, no el que él conocía.

¿Qué le pasaba?

—Dale, Herni: ¿qué te pasa? ¿Mm? —trató de nuevo.

—¡Dejá de joder, Matías! —casi le gritó Buján—. Me querés decir ¿qué mierda te importa qué me pasa?

—¡Sos mi mejor amigo! —replicó Matías, también levantando la voz.

—¡¿Y?! ¡¿Qué te importa?! —Buján se levantó y se fue casi corriendo, dejando atrás a Matías, el cual se había quedado en shock ante la violenta reacción de su amigo.

—Her... —musitó Mati en voz muy baja.

Se sentó y se agarró la cabeza.

—¿Qué hice? —se preguntó mientras escondía la cabeza entre sus manos—. Herni... Perdón.

Algunos de los jugadores, que estaban pasando por ahí, lo miraban extrañados. Matías no le daba bola a ninguno, y ni siquiera se percató de que Wanchope Abila y Carlos Tevez iban agarrados de la mano.

La fiestaWhere stories live. Discover now