20: Enojo

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Maxi lo miró medio raro, pero Nahuel no le dio bola a esa mirada. Miró rápidamente a su amigo, y le empezó a acariciar la espalda.

Máximo no entendió nada, pero cerró los ojos y se acurrucó en el pecho de Nahuel, disfrutando de las caricias que ahora también eran en su pelo, aparte de en su espalda.

Nahu miró con ternura al menor.

—No te vayas a dormir de nuevo, eh, Máximi —le advirtió en broma.

—Callate, vos, no me voy a dormir —dijo Max.

«Pero, igual: unas ganas de seguir con ese precioso sueño» pensó.

—Ponele que no te vas a dormir —se burló Nahu.

Maxi estaba por decirle algo, pero lo interrumpió su propio bostezo. Nahuel rió. Maxi rodó los ojos y se sentó. Sus caras quedaron a centímetros de distancia, sus respiraciones se mezclaban, y Máximo tenía otra oportunidad de besar a Nahuel, pero no la aprovechó. Sólo lo miró a los ojos, y se perdió en éstos, nuevamente. Se le acercó, y Nahuel lo miró embobado y algo sonrojado. Amagó besarlo, pero se arrepintió y se separó de Nahu, rogando que no haya notado nada.

*Narra Maxi*

¿Por qué? ¿Por qué intenté besarlo? La puta madre, no sé qué me pasó; Nahuel me va a mandar a la mierda si lo besó, voy a perder su amistad. No puedo, no...

Soy un pelotudo, ¿qué me pasó? ¿Qué me pasó? ¿Por qué intenté besarlo? ¡¿Por qué?!

Traté de alejarme, pero Nahuel me agarró del brazo y no me dejó ir.

—Nahu —susurré.

Traté de notar en su mirada si se había dado cuenta de algo "raro", pero no; al parecer no se dio cuenta de nada.

Por suerte. No sé que haría si perdiera la amistad de Nahuel. No sé cómo es la vida sin él, me crié a su lado, ni siquiera me acuerdo de cuándo lo conocí. Ni quiero saber cómo es...

—Max, ¿por qué querés irte? —me preguntó Nahuel.

«Te amo —pensé—. Es por eso: te amo pero no puedo decirte nada».

Pero dije:

—Nahuel, soltame.

—Máximo, no te voy a soltar hasta que me digas por qué estás así conmigo.

—¿Así cómo? —yo no entendí a qué se refería Nahu.

—Así de arisco conmigo, Máximo. Vos no sos así, nunca te comportarse así conmigo, Máximi. ¿Qué te pasa? —me preguntó Nahuel.

Evité sus ojos lo más que pude. No lo podía mirar.

—Nahu, ¿y si después terminamos eso? —sugerí, cambiando completamente de tema.

—No, Maxi. No hasta que me digas qué te pasa. Máximo, nunca hubo secretos entre nosotros, y no quiero que sea así —Nahu me apartó el pelo de la cara para mirarme.

Yo le hice un puchero, que sabía que tenía efecto en él: nunca se podía resistir cuando le hacía ojos de perrito abandonado + un puchero. Nunca falla. Él, nervioso y rendido a mis pies, me estaba acariciando el pelo.

—Está bien —dijo finalmente, resignado.

—¡Vamos! —festejé. Nunca falla—. No te podés negar cuando hago esto, Nahuelito —me burlé, deseando que fuera posta al 1000%

Me reí. Nahuel, enojado, trató de apartarme. Me di cuenta de que sólo fingía, pero decidí fingir yo también: fingir que me lo había tomado enserio a eso del enojo, sólo para ver qué hacía él, si iba a buscarme o no, como para ver si podía avanzar en algo.

Me levanté y me fui. Nahuel me llamaba. Sonreí levemente: soy un gran actor, la puta madre. Cumpliendo el papel, me senté luego contra la pared, y apoyé la cabeza en las rodillas. Cerré los ojos unos segundos, esperando. Y esperé unos minutos, hasta que escuché lo que deseaba escuchar:

—¡Máximi! ¡Max, vení! ¡No era enserio!

Sonreí. Resultó. Capaz podíamos avanzar un poco con todo esto... ¿Pero, y si no me corresponde? No, Máximo, no; no puedo ser tan inseguro, somos mejores amigos, él me quiere, aunque no sé si de la manera en la que yo lo quiero...

—¡Max! Maxi... —Nahuel se me acercó y yo levanté la cabeza. Me amo.

Nahu se agachó al lado mío y vio rápidamente que yo sólo estaba fingiendo enojo. Me miró medio mal.

—¿Es enserio, Máximo? —me preguntó—. ¿Fingiste que te lo habías tomado enserio y no me dí cuenta?

Yo sonreí y asentí. Nahuel se me acercó hasta que yo sentí su respiración; me puse muy nervioso. "¿Qué vas a hacer, Nahuelito?" me pregunté.

—¿Por qué hiciste eso? —susurró.

¿Enserio te lo tengo que decir? Vas a odiarme si te lo digo, no puedo; pero tampoco puedo mentir, la puta madre que lo parió.

Nahuel me conoce demasiado, sabía cuando yo estaba mintiendo y cuando no. Si había algo de lo que era incapaz, era de mentirle a Nahuel. Podía mentirle a cualquier otro, mas no a él.

No dije nada. Lo miré a los ojos. Nahu se sentó muy cerca mío. No me puse nervioso por eso, debido a que ambos ya estábamos más que acostumbrados a eso, al contacto físico. Me había puesto más nervioso cuando estaba cara a cara con Nahuel, indefenso y sumiso ante él, como siempre... Como casi siempre.

Nahuel apoyó su cabeza en mi hombro, y yo apoyé mi cabeza sobre la suya. Ambos estábamos muy tranquilos. Nahuelito me apretó la mano y cerró los ojos.

—Máximi... —susurró él.

—¿Qué pasa, Nahuelito? —musité.

—Yo... —Nahuel suspiró—... No, nada.

—Nahuel —dije serio. Me aparté un poco, para poder mirarlo bien. Le agarré las manos y le dije—: decime, daal... Peque, ¿te pasa algo? —murmuré algo preocupado, al ver los ojos brillantes de mi amigo.

—Max, yo... —Nahuel se me estaba acercando.

Yo rápidamente imaginé mil cosas, la que más se repetía era el beso. Pero no, aunque sé que no me tengo que ilusionar, porque va a ser re al pedo, no puedo evitarlo. Lo amo desde hace tres años, ¿qué quieren que haga?

Nahu estaba a centímetros de distancia... De repente, nos interrumpieron.

*Fin narra Maxi*

La fiestaWhere stories live. Discover now