5: Te preocupa el que dirán

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Nahuel siguió a Máximo. Cuando lo encontró, Max estaba sentado contra la pared, abrazando sus rodillas.

—¿Maxi? —dijo Gallardo, dubitativo.

—Dejame en paz.

Nahuel no le dio bola: se sentó a su lado y trató de abrazarlo, pero Maxi se movió.

—No-me-toques —dijo, remarcando cada palabra.

—Max, ¿estás bien? —le preguntó su amigo.

—Dejame, Ezequiel. Andate —dijo Máximo.

—Maxi, posta: perdón —le susurró Nahuel.

Se acercó a Maxi, que no lo miraba. Justo Maxi lo miró, y, debido a la cercanía, rozó sus labios con los de Nahuel. Nahu, sonrojado, se apartó. Max lo miró algo sonrojado: no iba a negar que hubiera querido que eso no fuera solo un roce.

—Perdón —susurraron a la vez, avergonzados.

—Nahu... —musitó Máximo. Nahuel, tímido y algo avergonzado por lo ocurrido segundos antes, lo miró—: perdón por esto. Perdón por ese "beso" y perdón por lo que hice hace un rato. No debería haberme ido así. ¿Y si papá y los tíos me veían?

—Ah, claro, ahora sí te preocupa el que dirán —ironizó Nahuel. Estaba algo molesto con el menor por lo ocurrido hacía rato.

No sólo molesto por el gesto que hizo Max antes de que pasara todo eso, ése de esconderse en su cuello. Le gustó, en realidad. Pero... le preocupaban sus padres y el resto: si hubieran estado solos, lo hubiera dejado. Estaba molesto por Maxi, técnicamente: molesto por lo que le producía, porque con sólo mirarlo se sentía raro...

—No, Nahuel, no me preocupa eso, a diferencia de vos.

—¿Por qué a diferencia mía?

—¡Porque parece que a vos lo único que te importa cuando estás conmigo no es disfrutar de estar con tu mejor amigo, sino que te preocupa el que dirán! —dijo Máximo, levantando la voz.

Estaba molesto con Gallardo. Parecía que a su mejor amigo lo único que le importaba eran sus padres, o el que dirán los demás. ¿A quien le importaba eso? Nahuel no se preocupaba de estar divirtiéndose con su amigo.

—N...no, Max, nada que ver —trató de negar Nahuel, algo triste.

¿Por qué Máximo pensaba eso?

—No me mientas, Gallardo. Solo te importa lo que dirán los otros, lo que nos pueden decir nuestros padres, nuestros hermanos o nuestros primos si nos ven juntos, o si nos ven así como estábamos hace rato —la voz de Maxi se le iba quebrando.

—Por favor, Max —rogó Nahuel.

—¡No! Andate y dejame en paz.

Maxi se levantó, decidido a alejarse de su amigo, pero éste tenía otros planes referentes al menor. Lo agarró del brazo cuando se estaba por ir, y tiró levemente. Max cayó en sus piernas. Forcejeó para liberarse, pero Nahuel no lo permitió: lo abrazó con algo de fuerza, aprovechando para enterrar su rostro en el hombro de Máximo.

Max se mordió el labio: Nahuel era muy tierno, y más si estaba así de...de...

Nahu miró a Maxi, quien se sonrojó levemente al hacer contacto visual, y ver los ojos marrones del mayor. No pudo resistir más su mirada y la apartó, secándose una lágrima que amenazaba con salir. Nahuel lo vio.

—¿Estás bien, Maxi? —le preguntó.

—Sí. Ahora, andate, Ezequiel —respondió Maxi, con la voz quebrada.

Nahuel abrazó a Maxi. El menor, sin poder evitarlo, se acurrucó en su cuello, soltando un sollozo.

—Shhhh. Tranquilo, Max —le susurraba Nahuel, acariciándole la espalda. Le besó la cabeza, mientras pensaba en lo que su amigo le había reprochado minutos atrás.

"Solo te preocupa el que dirán" le había dicho. Nahuel se puso a pensar sobre lo dicho por Barros Schelotto, y, aunque le costó, tuvo que aceptar que Máximo tenía algo de razón: él no se preocupaba solamente por el que dirán cuando estaba con Max, pero, a veces, parecía que sí...

Miró a su amigo, que estaba llorando; Nahu sabía que Máximo nunca lo diría, pero estaba llorando por culpa suya: si él no lo hubiera técnicamente rechazado rato antes, ahora estarían divirtiéndose en la fiesta. Era su culpa que Maxi estuviera así, era su culpa.

—Máximo —musitó Gallardo—. Perdoname. No debí decirte eso, no...

—Nahu —dijo Maxi, separándose un poco—, perdoname a mí. No debería haberme ido así nomás, es que...

—Te calentaste —completó Nahuel.

Maxi asintió.

Nahuel le levantó la cabeza y le limpió suavemente las lágrimas. Se perdieron en los ojos del otro. Maxi seguía en las piernas de Nahuel, y no tenía intención de levantarse.

Nahuel se le acercó. Maxi, por un segundo, pensó que lo iba a hacer, que lo iba a besar... Y sí, lo besó.

En el cachete.

Maxi se decepcionó, pero no dejó que se notara. Iba a morirse si Nahu notaba eso.

No podía hacerle saber nada sobre sus sentimientos, porque sabía que Nahuel no sentía lo mismo, sabía que sólo lo veía como un amigo.

Se quedaron hablando un largo rato, hasta que escucharon música y algunos chiflidos.

—¿Qué mierda pasa allá? —se preguntó Nahuel.

—Mepa que los otros están bailando o algo —le dijo Maxi—. ¿Vamos?

—Bueno.

Máximo se levantó y le dió la mano a Nahuel para que hiciera lo mismo. Nahu le agarró la mano y se levantó. Se miraron con una leve sonrisa por unos segundos.

Maxi estaba por soltarle la mano, pero Nahuel no lo dejó. Le apretó la mano y ambos, de la mano, fueron hacia la fiesta, donde varios estaban bailando.

—Che, ¿quien controla la música? —le susurró Max a Nahu.

—Creo que nadie —le respondió Nahuel—. ¿Vas vos?

—Vamos los dos —le dijo Maxi.

Nahuel, con una sonrisa, aceptó.

Llegaron al coso de la música y Máximo buscó en el celular alguna canción de Andrés Calamaro.

—¿Cuál pongo? ¿Estadio Azteca o Tuyo siempre? —le preguntó a Nahuel.

—Flaca, Cuando no estás o Maradona —retrucó Nahuel, con una sonrisa burlona.

Máximo le pegó en el hombro y, al final, puso Cuando no estás.

Sus padres los vieron, sin darse cuenta de que se habían ido.

Máximo y Nahuel se sentaron, tarareando la canción. Máximo apoyó su cabeza en el hombro de Nahuel, que sonrió inconscientemente. Adoraba estar con su amigo.

Decidió olvidarse del resto y sólo disfrutar de estar así con su mejor amigo.

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