1.4 Wildfire (Part ONE)

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La doll abre los ojos parpadeando un par de veces. Nota que está cubierta por una cobija... Nuevamente Daryl la ha cuidado. Quizá no era un cretino como se portaba siempre pero tenía la sensación de nunca antes había estado solo pudiendo mostrar lo que él era o definir lo que él quería ser, al menos no en buen tiempo. No sabía qué hacer o cómo actuar, era impulsivo y algo grosero pero había dolor y miedo en sus ojos azules.

Se estira lo más que puede una vez que se levanta, dobla la cobija y la de Dixon que está hecha una bola en la esquina de la tienda. No está ya su ballesta puede ver que tampoco están sus cuchillos de caza; se levanta y busca su mochila, aún tiene las armas que Rick le dio en cuanto se las pida se las devolvería. Busca entre los escombros y saca un vestido limpio, buscando que sea más corto que el anterior, esperaba poder lavar el azul y dejarlo secando. La ropa y sus posesiones en la mochila eran ahora todo lo que tenía, había dejado muchas piezas hermosas atrás... Pero no tenía precio el estar ahí ahora admitía que no era difícil pagarlo. Cierra la tienda cuando encuentra lo que estaba buscando: Un precioso kimono en sus colores favoritos: el rosa pastel o rosa bebé de la parte de arriba, con toques vivos en los bordes del mismo color de la parte: un malva o ciruela precioso que era su color favorito desde hacía muchos años. Se prepara ropa interior limpia, calcetines igualmente limpios. Si es que lavaba, ¿Dónde pondría su ropa interior? No es como que quisiera dejarla a la vista de Dixon. O de cualquiera que no fuera mujer.

Si bien el pudor pudiese haber quedado de lado por el fin del mundo, no correría ningún riesgo. Comienza a vestirse con una blusa de licra blanca con escote en v y manga a tres cuartos sobre el bra, su ropa interior y antes de colocarse encima la tela decide tomar de la mochila una cinturón de cuero negro, que tiene el espacio para un cuchillo y se lo amarra en la pierna no era un cuchillo realmente largo pero serviría si hacía falta para otras cosas. Coloca el vestido encima y lo ajusta por atrás, decide dejar algo suelto el cuello.

—Sensei me pegaría por dejarme así el cuello—Dice con melancolía en voz alta. Suspira y termina acomodándose bien el cuello cubriéndolo, pero dejando la nuca bastante al descubierto, super sexi sólo para los japoneses. Comienza a tomar el obi del mismo color de la falta y comienza a ajustarlo, recordando las palabras de su maestro: <<Debe ajustar perfectamente, envolverte y darte postura. Apriétalo más>>. Sus recuerdos hacen que quiera soltar unas lágrimas y se permite hacerlo. Se ajusta hasta que la costura en su espalda le dice que tiene que parar—No debí dejarlo maestro. ¿Qué será de usted?

Después de que la pequeña crisis pase, se limpia las mejillas acuosas y se coloca las calcetas sus botas las dejó afuera antes de entrar para no pisar y ensuciar adentro de la tienda. Hace un moño que cae perfectamente en su obi y buscando otro listón negó comienza a amarrar la katana aunque duda, pues si había que limpiar y recoger el campamento, seguramente era mejor llevarla a la espalda... Antes de decidir debe limpiarse las heridas. Sale a buscar algo, más concretamente una cubeta con agua, sale y apenas dar dos pasos ve dos baldes con agua cristalina, no sabía a quién agradecer, pero lo haría cuando pudiera. Se limpia la cara y amarrándose las mangas largas del kimono hacia atrás para lavarse el cabello, recuerda que queda algo de shampoo en su mochila, tendría que buscar más hubiera sacado más jabón neutro y shampoo cuando pudo. Se inclina y primero lava su cara y el cabello había una toalla también con el par de baldes; después de ello decide comenzar a quitarse las vendas no hay nadie cerca por lo que puede hacerlo con calma.

El brazo que más marcas tiene es el izquierdo. Pero el derecho había recibido lo suyo: tres cortes profundos que parecían ahora ser un zarpazo de algún felino y algunos moretones aún verdosos en su piel. La mano izquierda que ya estaba cicatrizando tenía más marcas pequeñas y grandes tanto frescas como viejas. No se arrepentía de las que se quedarían en su brazo para siempre se las había ganado eran marcas de que había peleado aun cuando los demás creyeron que no lo haría. No quería andar por el campamento con las muñecas expuestas y ya no tenía a mano sus brazaletes y pulseras. Tampoco tenía más vendas. Tendría que lavar una y luego la otra.

Archer | Daryl Dixon | ❤️ The Walking DeadWhere stories live. Discover now