|| XXXVII ||

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Buen viaje

El día había amanecido de una manera favorable para que los aviones despegaran y no hubiera ni una complicación. Jimin cerró su última maleta de tres que se llevaba para por fin irse a Tokio.

Suspiró cuando la vió cerrada y observó afuera de la ventana una última vez. Tenía miedo de irse a un país nuevo, de estar solo, de estar en un ambiente muy diferente al que vivía lejos de su madre, amigos y Taehyung.

Aunque no lo quisiera recordar no podía porque estaba más que grabado en su mente y corazón. Además que no habían terminado de la mejor manera después de lo que él le dijo. Estaba lastimado que lo dijo sin pensar, pero tal vez podría ser lo mejor para no volverse a lastimar con la misma piedra.

Sí. Iba a echar de menos su rutina, su cuarto, su casa, la florería, sus amigos, su madre... Pero en especial a Taehyung.

―¡Hey! ―exclamó Jungkook desde la puerta de la habitación de Jimin, haciendo que éste lo sacara de sus pensamientos y lo volteara a ver ―Ya es hora de irnos. Tu madre ya está esperando en el taxi.

―Si si sí. Ya voy. ―dijo agarrando sus maletas para irse por fin de su hogar. Claro que se fue si no antes de despedirse de su cuarto por un largo año.

****

Mientas tanto, en unas calles más adelante de dónde vivía Jimin, Taehyung se encontraba en su habitación. No llorando, no debajo de las cobijas de su cama, no viendo el teléfono pero sí deprimido, enojado y al límite de su estabilidad emocional. Solo se encontraba sentado en su cama, viendo de nuevo las fotos de su familia y la de Jimin aparte.

Estaba enojado consigo mismo, de su cobardía, de sus miedos y de todos sus defectos que hicieron que Jimin lo alejara de su vida. Pero también estaba enojado con sus padres, que si no fueran porque quisieran al hijo perfecto plasmado en Taehyung, ahorita mismo estaría con el rubio en una parte de la ciudad y no tomando un avión fuera del país. Le estaba echando la culpa a todo el mundo de su desgracia.

De verdad que no quería llorar, pero empezó a lagrimar del coraje de su impotencia, que incluso su rostro cambió drásticamente al estar más que enojado.

Maldecía. Maldecía a todos los estereotipos de hasta ser gay, hasta del hijo perfecto.

―¡Taehyung! ¡Baja! ¡La comida ya está servida! ―exclamó su hermana menor, ajena a todo lo que estaba ocurriendo al otro lado de la puerta.

El nombrado no tenía ni ganas de comer, pero sabía que si no lo hacía, iba a terminar obligado por su padre y no de una buena manera.

Limpió todo rastro de lágrimas e intentó esconder su coraje para poder comer tranquilamente, pero su rostro transmitía otra cosa.

Abrió la puerta y Dahyun ya no estaba ahí. Bajó las escaleras para llegar el comedor donde toda su familia ya se encontraba reunida, gracias a qué era fin de semana y sus padres solo habían trabajado medio día. Se sentó en el lugar frente a su padre y empezaron a comer en silencio.

―¿Tienen planes para hacer hoy? ―dijo la señora Kim, intentado quitar la tensión.

―Más tarde saldremos Seungmin y yo a bailar al parque para presentar nuestro cover. ―dijo la inocente rubia.

―¿Pero no será ya de noche cuando regresen? ―cuestionó la mujer.

―Algo así. Pero nosotros nos podemos cuidar solos. ―habló esa vez Seungmin.

―Es muy peligroso ya, salir a esas horas. Podemos ir por uste-

―Taehyung los acompañará. No se preocupen. ―interrumpió el señor Kim, mientras comía el kimchi con ayuda de sus palillos.

Lights | ᴠᴍɪɴDonde viven las historias. Descúbrelo ahora