- Disculpen que nos hayamos puesto de esta manera, pero tener a esta pequeña en nuestros brazos nos hizo recordar muchas cosas. – dijo la reina, apenada.

- No se preocupen, por favor. Al igual que ustedes, hubiéramos deseado tanto que Zelda y Link conozcan a nuestra hija, pues ellos se contentaron cuando se enteraron del embarazo. – contestó el joven.

- ¡Hay que detener esto de una vez! Nuestra tristeza puede enfermar a la bebé. Ya toda pasará pronto, pues Link y Zelda triunfarán en su misión y todo regresará a la normalidad, de eso estoy seguro. – dijo Daphnes, tratando de parecer fuerte.

Las palabras del rey reconfortaron, de alguna manera, los entristecidos corazones de los presentes, pues a pesar de que el soberano sentía mucho pesar, confiaba en que pronto toda la espera y agonía acabaría.

Luego de dejar de lado la tristeza, volvieron a centrarse en la pequeña bebé, sintiendo curiosidad por cómo la iban a llamar.

- ¿Qué nombre planean ponerle? – preguntó la monarca.

- Su nombre es Lenna.

- El mismo nombre de tu madre, muy hermoso.

- Así es, si hubiera sido varón se hubiera llamado Marcus, como el padre de Cocu, pero como fue niña decidimos llamarla como mi difunta madre. – dijo la joven, sintiendo nostalgia al recordar aquello.

- Buena elección para honrar su memoria. – comentó el rey.

- En cualquiera de estos días llega mi suegro a visitarnos, pues sabía que en esta época nuestra hija iba a nacer. Estoy seguro de que estará encantado con...

Las palabras del marqués fueron interrumpidas al escuchar un terrible estruendo en las afueras del palacio. Incluso desde la ventana podía verse una gran humareda y escucharse algunos gritos de espanto.

- ¿¡Qué fue eso!? – preguntó la reina, alarmada.

- Al parecer hubo una explosión... – dijo el rey.

En ese momento, la sirvienta tocó la puerta de la habitación con ansiedad, momento en el que Cocu la abrió para dejarla pasar.

- ¡Los guardias quieren ver a los reyes, dicen que es urgente!

Los soberanos salieron inmediatamente al llamado, mientras que Cocu los acompañó, pues presentía que el motivo por el que fueron convocados se debía al escándalo que se había escuchado hace unos momentos.

Al llegar a la puerta, los hombres se acercaron a los monarcas para hablarles en voz baja. Fue en ese momento, que la pareja se impresionó en sobremanera.

- ¿Estás seguro? – preguntó el rey al guardia.

- Eso nos acaba de anunciar un mensajero. Nosotros no hemos corroborado nada de eso. – contestó con seriedad.

- No lo creeré hasta que lo vea... – dijo la reina, desconfiada.

- ¡No tenemos nada que esperar! ¡Vamos de una vez! – exclamó Daphnes, desesperado.

- Disculpen, ¿ocurre algo? – preguntó el marqués, confundido.

- Debemos confirmarlo antes de comunicarlo. Espera nuestro mensaje, por favor. – contestó el soberano.

Sin dar más explicaciones, los reyes salieron de la casa del marqués, dejando a este sumamente preocupado por no saber lo que estaba sucediendo.

El joven aún seguía alarmado por el ruido que había escuchado, sobre todo por los gritos de los habitantes, los que parecían aterrados. Eso provocó que su mente se llene de malos presentimientos.

Almas unidasWhere stories live. Discover now