Capítulo 2

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By Oliver

Lo observo mientras sube al auto sin mirar atrás. Sé que no lo hace porque quiera irse, en realidad es todo lo contrario. Sé que no voltea porque si lo hace no podrá resistir las ganas de quedarse, así que me limito a mirarlo. Me acerco a la reja y continúo viéndolo hasta que se pierde más allá de las casas. El vacío que me inunda es más grande de lo que esperaba, mucho más agresivo. Continuo repitiéndome que solo serán unos días, tan pronto ayude a su gente, volverá y estará a salvo. Volverá a mi lado y todo seguirá su rumbo normal.

Su gente. Así es como él los llama porque no le gusta la palabra tribu. Dice que una tribu es un grupo de personas que son como tu familia, pero en su tribu no siempre es así. En realidad, creo que en ninguna lo es después de la cacería. Después de esos años en los que la gente cazaba a los hechiceros porque los veían como una amenaza, ellos se mantuvieron ocultos. Mi mamá me contó la historia pues yo era apenas un niño. Me contó sobre el veneno, sobre la quema de personas en el centro de la explanada. Ahora ese lugar se convirtió en un pequeño parque con árboles, bancas y algunos juegos infantiles.

No sabemos en realidad cómo fue que se reincorporaron de nuevo a nuestra sociedad. Creo que fue una plática del gobierno con sus líderes los que acordaron estar en paz. Ellos no utilizan sus poderes tan libremente, hay ciertas normas y leyes. Aún hay mucha gente que no logra aceptarlos por completo e incluso hay hechiceros que no tienen tan buena relación con nosotros, pero solo nos queda mantener todo en paz.

Esa fue una de las razones por las que dudé tanto para convertirme en una pareja oficial con Ash. Nuestro encuentro fue algo simple, pero gracioso. Me encontraba una tarde de sábado regando las plantas de mi jardín con la manguera mientras pensaba en todo el trabajo que tenía pendiente así que no puse mucha atención cuando el agua pasó de las plantas a la reja.

— ¡Hey! —me reclamó de inmediato— ¿Podrías fijarte a donde echas el agua?

—Lo siento— dije con una sonrisa apenada y cerré la llave.

Él se concentraba en el agua que había empapado su ropa y su cabello. Sus ojos brillaron apenas un poco y con un rápido movimiento expulsó toda el agua que traía encima y ésta cayó en la reja.

—Ah, eres uno de esos —dije con tono neutral. —Supongo que debí notarlo por tu cabello.

—Puedo pescar un resfriado, espero que lo sepas.

—Es un día soleado, dudo mucho que puedas resfriarte. ¿Ustedes todos son tan dramáticos? —esbozó una sonrisa de lado y se acercó más, atravesó sus brazos por la reja y los dejó colgando.

— ¿No vas a pedir una disculpa?

— ¿Yo? Tú eres el que anda cerca de mi casa. Si no quieres que te empapen, mejor aléjate —abrí la llave de nuevo y el agua salió en un chorro, el mismo que se detuvo tan pronto él levantó su palma y la elevó como una pared entre nosotros. Me quedé maravillado observando cómo las gotas flotaban y de pronto brillaban con los rayos del sol. Cerré la llave y dejé que la manguera se resbalara de mis dedos para tocar el agua que seguía elevándose.
Entonces, dejó que toda esa agua cayera sobre mí. Estaba helada y me provocó un terrible escalofrío por todo el cuerpo. Él comenzó a reírse con ganas y yo lo miré totalmente furioso.

— ¡Eres un maldito imbécil!

—A la próxima métete con alguien de tu especie.

— ¡Oye, tú!

— ¡Espero que no pesques un resfriado!

Fue lo último que dijo y se alejó de ahí. Estuve enfermo durante dos semanas después de eso y no volví a toparme con él hasta un mes más tarde.

[Libro 2] SaudadeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora