Introducción

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Existe una expresión en inglés que dice "When it rains it pours" que significa "Las desgracias nunca vienen solas" y creo que es una de las frases más acertadas que he escuchado en mi vida, porque en este punto, las desgracias vienen una tras otra, golpeándome como enormes olas que me aplastan y me impiden respirar y cuando creo que estoy saliendo adelante vuelven a golpearme, a tirarme. Incluso en las noches cuando logro dormir un poco solo sueño con enormes olas arrastrándome mar adentro hasta donde ya no puedo ver más allá de mis pies y me aterra observar solo oscuridad.

Me despierto de golpe. La lluvia aún cae contra la ventana, ahora es un poco más suave, pero consistente. Me siento en la orilla de la cama, mi boca está seca y mi garganta rasposa así que me levanto y camino a la cocina. El sonido del agua cayendo dentro del vaso de vidrio rompe el silencio de forma abrupta y constante. Doy dos sorbos y miro el reloj. Ni siquiera estamos cerca del amanecer y yo he dormido dos horas, pero no parece ser un problema porque me siento descansado, alerta, como si hubiera sucumbido al sueño durante toda la noche. Casi espero, ansioso, con el corazón martillándome los oídos, golpeándome el pecho y mi mirada perdida en el otro lado de la oscuridad. La manecilla del reloj me atormenta, se mueve muy lenta y me lo anuncia con un sonido corto, desesperante. Estoy a punto de rendirme ante la falsa alegría de qué tal vez esta noche sea diferente.

Pero ahí está de nuevo.

La luz alumbra el techo, se levanta imponente entre la oscuridad cuando la pantalla de mi celular se prende y medianamente ilumina mi habitación. Muebles arrumbados, hojas dispersas, cajas de medicamentos amontonadas, tuercas, tornillos, todo lleno de polvo y olvido.

Dejo el vaso en la mesa y camino lo más lento que me permite la ansiedad. Rodeo la cama donde el revoltijo de cobijas me recuerda que el descanso no se ha aparecido por ahí desde hace mucho tiempo.

El celular se apaga, sin embargo lo tomo entre mis manos y me siento en el suelo hasta donde llega el cable de carga. Espero de nuevo, cansado, aturdido.

Ahí está otra vez el brillo y la vibración que emite el aparato hace que mis dedos cosquilleen. La pantalla solo anuncia dos palabras: Número desconocido.

— ¿Hola? —pregunto en un susurro lastimero, pero no hay respuesta — ¿Hola? —Repito más fuerte, con un tono de súplica, un tono de anhelo. De nuevo, silencio. — Por favor, basta. No puedo seguir así. Solo... —un pesado suspiro abandona mis labios, respirar me resulta difícil, el pecho me duele y no puedo evitar llevarme una mano a él —Por favor... detente — Nadie contesta del otro lado y después de dos minutos, la llamada se termina y yo me quedo sentado en el mismo lugar, sosteniendo el celular contra mi oreja, inmóvil, esperando esa respuesta que nunca llega.

Media hora después sigo sentado en el suelo, con la espalda contra la pared y el celular entre las manos. La habitación se ilumina un poco gracias a la luz del amanecer que se acerca y puedo ver el desastre que me rodea. Todo está revuelto, confuso, desecho. Mis ojos regresan a mis manos y se concentran específicamente en el anillo en mi mano izquierda. Es un círculo de oro ligeramente grueso que apenas y logra brillar debido a la suciedad que lo cubre. ¿En serio ha pasado ya tanto tiempo? Mi vista se nubla, se vuelve borrosa, acuosa y mi garganta se cierra en un pesado nudo que busco deshacer al pasar saliva. Me prometí que no volvería a llorar. Me prometí...nos prometí que no volvería atrás.

¿Alguna vez has mirado una fotografía durante horas deseando que el tiempo volviera atrás? Deseando que todo esto, que todo lo que estás pasando solo fuera un mal sueño del que pronto despertarás. Mirar una fotografía mientras sonríes intentando darle un poco de alegría a los nostálgicos recuerdos, como si eso doliera menos, como si eso hiciera menos real todo el sufrimiento. Como si al mirar la fotografía todo se evaporara y la alegría pudiera regresar. Eso es lo que siento cuando veo la fotografía en el fondo de pantalla.

[Libro 2] SaudadeWhere stories live. Discover now