―¿En serio querés tener un bebito conmigo? ―Se le cristalizó la mirada.

―Quiero más de uno. No ahora, creo que tenemos que adaptarnos a estar juntos en esta casa, a la dinámica que planeamos. Incluso, me gustaría que nos casemos antes de ampliarnos.  ―La atrajo hacia su cuerpo, le besó el cuello, tentándola.

―No te hacía tan formal. ―Él detuvo sus cosquillas.

―¿No querés casarte conmigo? ―Frunció el ceño, un tanto asustado.

―No dije eso, claro que me encantaría, de hecho, siempre soñé con que la propuesta fuera en la torre Eiffel.

―¿Por eso los corazones y las estrellas de tu guía de turismo?¿La que guardabas en tu habitación?

Touche, monsieur Fernández. ―Le rozó la nariz con la suya, sin sospechar el peso de la información que acababa de brindarle a su novio.

―Ahora tenemos que ver la frutilla del postre: el cuarto principal. ¿Te lo imaginás?

―¡A que está decorado en gris y azul! ―Riendo ante la simplicidad en los gustos de Tobías, ella se llevó una grata sorpresa.

Al abrir la puerta de la habitación se encontró con muros íntegramente blancos, con una alfombra de pelo alto, muy mullida y de color gris claro. No tenía cuadros, la cama estaba sin sábanas, sin almohadones, tan solo descansaba ahí. Era nueva y tenía un enorme moño rojo en el medio.

―¿Y esto?

―Como te dije, este departamento lo elegí yo y hay muchas cosas que no pueden ser remodeladas por completo, pero la habitación, este cuarto que será nuestro templo, pretendo que sea decorado por ambos, que tomemos la decisión en conjunto de cómo decorarlo.

―Es un gesto muy tierno de tu parte, mi amor. ―Sollozó, encuadrándole la cara con sus manos tibias.

―Compré una cama nueva, como podés ver. Gennaro la recibió ayer a la tarde.

―Es un chico muy bueno, me gusta como administrador. Además, me cae super bien por el solo hecho de ser hermano de Gio.

―Gio es único, Gennaro es más reservado, pero tenés razón, es un buen muchacho y muy trabajador.

Entre sonrisas, comenzaron a juguetear con sus labios; Tobías buscaba mordisquearle la boca y ella lo esquivaba; si ella intentaba hacerlo, él le respondía del mismo modo.

Cuando contenerse ya no fue una opción, se devoraron sin contemplaciones; sus respiraciones rápidamente se agitaron y sus manos se deshicieron de sus ropas sin problemas.

―Vamos a estrenar la cama. ―Propuso Tobías, arrojando a Aldana en el colchón.

Ella exhaló un ligero auch.

―Amor, es muy romántico el moño, pero me pincha. ―Carcajeó, se puso de lado y Tobías, con brusquedad, se deshizo de la cinta ―. Ahora está mejor. ¿Por dónde estábamos?

―Mmm...¿por acá? ―Le arrancó la bombacha, una tanguita de encaje negra que lo hizo delirar desde el momento en que se la puso antes de salir hacia el aeropuerto de Ezeiza.

Aldana, como siempre, quedaba magnetizada de ese guiño de ojo sexy y atrevido que le daba él antes de comenzar a besarla en sus pliegues inferiores. Era su código interno, la chispa que encendía la mecha.

Ella era deliciosa, nacarada, tersa; le besaba la piel jugosa y el interior de sus muslos abiertos. Conocía el punto preciso donde sus nervios se agolpaban para provocar ese derroche de placer que tanto disfrutaba él, porque para Tobías, que ella se deleitara con su toque, se desinhibiera y entregara por completo, no tenía precio.

"Pura Sangre"  (Completa)Where stories live. Discover now